Plaza Venezuela es una montaña rusa. Ya ni siquiera es una plaza. Es un paisajismo recargado” “Las obras que mejor funcionan en la ciudad son aquellas que se planifican, y no las que se improvisan”, manifiesta el artista plástico Alfred Wenemoser.
Alfred Wenemoser (1957) vive en Caracas desde hace más de 20 años. Aunque nació en la ciudad de Graz, en Austria, se ha formado como artista en este país. Aquí formó parte del grupo de los artistas no convencionales que incluía a Antonieta Sosa, Pedro Terán, Luis Villamizar, Yeni y Nan, Diego Barboza y Carlos Zerpa. Y desde los años 80 decidió tomarle el pulso a la cultura de calle que se realiza en la ciudad capital.
Para celebrar los 445 años de fundada de Caracas, que se celebra el miércoles 25 de julio, al creador le gustaría tener una urbe menos intervenida. Esto incluye sacar de la ciudad desde las piezas de arte que están por las plazas y calles, hasta la publicidad y la propaganda política y electoral.
“El mayor regalo que le puedes hacer a la ciudad es no intervenirla tanto. Se debería de reducir el arte. Más bien el arte debería regresar a los museos. La ciudadanía debería ir otra vez a los museos. Todas las cosas artísticas que se quieran hacer deberían hacerse dentro de los museos. En estos meses hemos podido disfrutar de una ciudad sin vallas iluminadas por los problemas eléctricos. Eso genera una ciudad más humana, sí súper poblada, pero humana”, afirma Wenemoser, quien en 2008 publicó una encuesta que le había hecho a 95 personas entre arquitectos, artistas, críticos de arte, diseñadores y fotógrafos, sobre la posibilidad de revocar algunas obras de arte de los espacios públicos de Caracas.
-¿Qué pasa con la invasión de propaganda política?
-Eso no es nuevo. Siempre hemos estado invadidos de propaganda política. Ahora es un momento especial, no se puede negar. Muchos artistas deseamos una ciudad limpia de contaminación visual. Por ejemplo, en São Paulo se vive sin publicidad desde el 2007. No hay contaminación visual.
-Entonces, ¿cuáles reflexiones se deben hacer en Caracas para tomarle el pulso a las obras de artes que están en la ciudad?
-No se trata de calificar a una obra como buena o mala. Ese es un tema muy difícil que se podría tratar en los museos o con grupos especializados. Y siempre van a levantar roncha o a generar discusiones y polémicas. El problema real de las obras públicas es la ubicación. ¿En dónde está la obra? ¿En cuál contexto? ¿Cómo se relaciona con la ciudad? Ese es el tema, no si la obra es buena o mala. Por ejemplo: al Bulevar de Sabana Grande le he hecho un seguimiento desde que comenzó la renovación. El bulevar se está recuperando. Cuando lo recorro siento que las obras se mantienen a la escala del peatón y eso es un punto positivo. No son grandes ni invasivas. Tampoco hay vallas publicitarias, eso hace que sea un espacio digno y humano. Las esculturas son participativas. Hay homogeneidad.
-¿Es un buen ejemplo de comunicación entre el arte y la ciudad?
-Sí. Siento que es positivo. Colegas que han invitado a participar me han dicho que las obras que proponen debe ser removible. Ese es un aspecto importante. Nada es fijo. Las cosas deben de tener su tiempo y sus límites en el tiempo, funcionen o no.
–Hay muchas piezas que han desaparecido de su lugar de origen…
-Como la estatua de Colón.
-O como las esculturas que se encuentran en la Plaza Madariaga que están mutiladas…
-Recientemente han recuperado muchas esculturas, después de que fueron abandonadas. Como pasó en Plaza Venezuela. Pero aún sigue trabajando el vandalismo. El espíritu de estos tiempos se le fue de las manos a esta sociedad y a una ciudad que está sobrepoblada. Esto forma parte del aspecto de la ciudad. Aquí hay un tema de balance entre equilibrio y promoción, y entre destrucción y conservación.
-¿Qué opina de la labor que hizo La Estancia al unir en Plaza Venezuela el “Abra solar” de Alejandro Otero, la “Fisicromía en homenaje a Don Andrés Bello” de Carlos Cruz- Diez y “Pariata 1957” de Omar Carreño?
-Plaza Venezuela es una montaña rusa. Ahí hay de todo. Es muy bonito como lo mantienen. Pero hay una falta de planificación en esa plaza. Ya ni siquiera es una plaza. Es un paisajismo recargado de muchos elementos. No encuentro en Plaza Venezuela un lugar atractivo para estar ahí.
-¿La planificación tendrá algo que ver en esta afirmación?
-Las obras que mejor funcionan en la ciudad son aquellas que se planifican desde un principio, y no las que después se agregan o se improvisan. La mayoría de las obras que han sido instaladas recientemente está en sitios inadecuados. Sitios que no favorecen ni al ambiente ni al contexto ni a la obra en sí. Tomo el ejemplo de Puente Llaguno: sobre un puente se hace un Monumento a los caídos (de Carlos Prada). Pero no tiene sentido montar ese pedestal porque estás eliminando la forma de comunicación del puente.
-¿Además de planificación hay falta de coherencia?
-¡Totalmente! Pero falta de coherencia con la ubicación, no me refiero para nada a la calidad de la obra. Es incoherente la ubicación.
-Desde el punto de vista artístico, ¿qué representa para la ciudad el Mausoleo del Libertador Simón Bolívar que se levanta en la parroquia Altagracia?
-El Panteón Nacional ha sido convertido en un Mausoleo. Esto es como la gallera que se convirtió, tiempo después, en un centro de operaciones de la policía de Sucre. O como pasó con el Helicoide que está en Roca Tarpeya en la parroquia San Agustín que ahora funciona como sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN). Voy mucho a Altagracia porque me gusta fotografiar la zona del Cuartel San Carlos que no ha sido tocada.
-¿Pero el mausoleo no rompe con la vista que había entre el Panteón y el Ávila?
-Bueno, claro que sí rompe. Pero esa es la idea. ¡Es una obra de arte en donde la pongas! Cuando dices que quieres crear una estructura para proteger los restos de Simón Bolívar de catástrofes naturales, como los terremotos, del fuego, inundaciones y hasta de un posible robo, tienes que construir una bóveda. Estás creando una superestructura. Sí, visualmente rompe con todo, pero me parece que es una preocupación que va más allá de cualquier realidad. Es un delirio. ¡El Mausoleo es un delirio artístico! A mí me gusta ese delirio artístico. Lo veo como un súper delirio artístico.
-¿Los graffitis le hacen daño a la ciudad?
-¡Los graffiteros en Caracas son bastante zanahoria! Los veo como aburridos y chatos. Sobre todo los que son promovidos por las alcaldías, que se dedican a pintar las paredes que les dan. Se colocan en ese espacio y con toda su calma realizan la obra. Falta la tensión, la clandestinidad, que se puedan expresar a través de un graffiti hecho rápido y que el hombre luego se escape. Mis graffiteros preferidos son aquellos que crean en lugares muy altos, que crean sobre vallas que son una contaminación visual. Si haces un graffiti sobre una valla seguro tienes mil años de perdón.
-¿Eso no es vandalismo?
-Bueno, pero está encima de otro vandalismo. Un vandalismo que está en complicidad con la alcaldía: las vallas publicitarias. El único lugar de Caracas que está libre de vallas es la Cota Mil. Ahí solo está, de un lado, la ciudad y, del otro, el Ávila. Hay otro sitio: cuando vas de Plaza Venezuela a Parque Central. Aunque ahí colocaron una escultura innecesaria a mi parecer.
-¿Y qué opina sobre el mural de Mateo Manaure en la Avenida Libertador?
-La única defensa contra los graffiteros es llenar la ciudad de lozas. Los artistas que contestaron la encuesta que hice expresaron que el lenguaje de las lozas en la ciudad es inadecuado. Las lozas forman parte de las piscinas. Pronto vamos a tener a Caracas llena de lozas por todos lados.
Fuente: El Universal