Por Marianela González. Publicado en Cuba Contemporánea. Julio 15, 2013
Para nadie era un secreto: la Fundación Cisneros Fontanals posee una de las más importantes colecciones de arte contemporáneo latinoamericano. Pero el gran público de las artes visuales en Cuba, el de la Bienal de La Habana, lo vio por primera vez en 2012, cuando 85 piezas de su colección permanente ocuparon por tres meses la Sala Transitoria del Museo Nacional de Bellas Artes.
CIFO: Una mirada múltiple fue una muestra-mater. Por primera vez se exhibía en la isla una muestra tan ambiciosa, abarcadora de los hitos en el panorama de las artes visuales del último medio siglo.
El Museo Nacional, centenario y, para muchos críticos, conservador en su curaduría permanente, vistió sus paredes con el Rhythm 0 de Marina Abramović, las Piedras pegadas, de Gabriel Orozco y, por primera vez, con piezas de Michelangelo Pistoletto, Jannis Kounellis, Nam June Paik y Joseph Kosuth, al tiempo que la sección Outside Cuba, dentro de la muestra, exhibía obras de cinco artistas cubanoamericanos cuyas carreras han sido desarrolladas fuera de la isla. Sin duda, fue una de las más estimables exposiciones colectivas de arte contemporáneo que hayan tenido lugar en Cuba.
En septiembre de este año volverá CIFO Europa a La Habana, al Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. Memorias de la Obsolescencia. Videos en la Colección de Ella Fontanals-Cisneros es la muestra que estará expuesta en el centro histórico de la capital cubana.
CIFO en Cuba (I)
Jesús Fuenmayor, director y curador de CIFO, señala que la colección nutricia de Una mirada múltiple y de la exposición que tendrá lugar en La Habana en septiembre próximo es “muy amplia y diversa, e incluye, por ejemplo, una representación de arte abstracto modernista latinoamericano de más de 600 piezas, núcleos con importantes obras hechas en video y fotografía, y una selección de arte conceptualista”.
De acuerdo con lo que ha manifestado públicamente Ella Fontanals-Cisneros, presidenta de la Fundación CIFO Europa, que organizó la muestra presentada en el Museo de Bellas Artes de La Habana el año pasado, su intención principal es “estimular las posibilidades de intercambio entre el arte internacional y la escena local, familiarizando a las audiencias con nuevas maneras de relacionarse con el arte de hoy marcadas por la globalización”.
Justamente, esa relación había sido el centro de la Bienal de La Habana, espacio que configuró, en gran medida, los contratos de lectura entre el público cubano y la primera muestra de CIFO en Cuba.
Para el curador venezolano, “la Bienal de La Habana es un acontecimiento artístico de gran alcance internacional, pionera en su tipo en el subcontinente latinoamericano. Y la posibilidad de ver cómo se mezclaron los caudales de los espectadores de afuera con los de adentro, representó un momento de cruce muy significativo para nuestra Fundación y para la Colección de Ella Fontanals-Cisneros, quien, precisamente, se ha propuesto poner en perspectiva internacional lo que sucede en el arte latinoamericano, como lo hacemos con las becas de producción y exhibición que le otorgamos a los artistas de la región a través de nuestra fundación hermana en Miami”.
El arte cubano en/desde la mirada CIFO
En la propia sala del Museo Nacional de Bellas Artes, la tarde noche inaugural de Una mirada múltiple, Ella Fontanals-Cisneros declaraba a la prensa que la exposición debía ser un primer paso hacia una presencia más sistemática de CIFO en Cuba y, sobre todo, hacia un trabajo conjunto de divulgación de los artistas cubanos en el exterior.
Esta segunda intención, dada fundamentalmente por el origen cubano de la presidenta de la Fundación CIFO Europa, tiene sus correlatos en la propia Colección Ella Fontanals-Cisneros.
Cuando repasa sus fondos, Fuenmayor distingue un capítulo especial dedicado al arte cubano en el cual “se puede apreciar desde artistas locales como René Francisco, Lázaro Saavedra, Wilfredo Prieto, Carlos Garaicoa o Los Carpinteros hasta artistas de la diáspora como Félix González-Torres, Ana Mendieta o Leyden Rodríguez-Casanova. Además, cuenta con una amplia selección de los concretos cubanos como Carmen Herrera, Sandú Darié, Mario Carreño, Pedro Oraá, Martínez-Pedro o Loló Soldevilla, y de la generación de los informalistas, encabezados por Rafael Martínez y otras figuras como Guido Llinás”.
Considera que la producción artística cubana contemporánea “siempre ha generado mucha curiosidad y atención por parte de la mirada foránea. No olvidemos por ejemplo que ya en los ´40 Alfred Barr organizó en el MoMA una exposición de arte cubano. No creo que haya un país en la región que tenga más bibliografía como conjunto artístico, y ello se debe en buena medida a las infinitas posibilidades de polemizar que se generan alrededor de su contexto de producción”.
Fuenmayor no duda en sostener que el cubano es “uno de los conjuntos nacionales mejor conocidos fuera de sus fronteras, y casi todo el mundo tiene una opinión que compartir al respecto”.
Confiesa que a veces se pregunta qué pasa cuando un artista tiene que ser leído fuera de su contexto y se generan tantas malas interpretaciones de su obra. Por eso le interesan “los artistas originarios de Cuba que juegan con la recepción de su obra e incluso le dan un rol protagónico, como lo hacen Saavedra, Prieto o Garaicoa”.
Esa “curiosidad” y ese “interés” por el arte cubano contemporáneo, no obstante, tienen su talón de Aquiles en las posibilidades de visibilidad e inserción en los circuitos internacionales del arte.
Para el director y curador de CIFO, ese deseo “es común a muchos de los países latinoamericanos y de otros circuitos que carecen de los recursos existentes en los centros del arte mundial”.
Sin embargo, advierte que “tiene sus pros y sus contras. Yo preferiría que en lugar de una mayor visibilidad se pudiera hablar de mejorar las condiciones para la investigación artística, aunque ya sabemos que una cosa viene con la otra y no se puede obviar que el mercado provee buena parte de los recursos que les permiten a los artistas investigar. En breve, si la inserción en el circuito internacional les permitiera a los artistas cubanos complejizar su producción, sería deseable que estuvieran más expuestos a la influencia del mercado”.
CIFO en Cuba (II)
La intención de sistematizar los acercamientos entre CIFO y la isla, declaradas por Ella Fontanals-Cisneros en la bienal habanera de 2012, marcará en septiembre un segundo momento.
El Centro Wifredo Lam, catedral del arte contemporáneo en el centro histórico de La Habana, acogerá la exposición Memorias de la Obsolescencia. Videos en la Colección de Ella Fontanals-Cisneros, un conjunto de 20 obras que comparten el video como medio y que han sido realizadas por artistas de las más diversas nacionalidades, representativo de los diferentes abordajes en la producción artística actual.
Según adelantó Fuenmayor a Cuba Contemporánea, las obras incluidas “exploran la posibilidad y las consecuencias de integrar lo temporal dentro de la materialidad del objeto en el ámbito visual. Los artistas acá recogidos traen consigo una diversidad de referentes históricos entre los que podemos mencionar los primeros experimentos con el video que en los años ´60 y ´70 estuvieron vinculados a las vanguardias conceptualistas; el arte feminista, pionero del interés en la formación de identidades propio de las minorías sexuales, étnicas o económicas; las culturas híbridas de la contemporaneidad; el deseo de intervenir en los procesos de construcción de la historia, y las reflexiones sobre las políticas espaciales de lo urbano”.
Marina Abramović, Francis Alÿs, Alexander Apóstol, Donna Conlon, Song Dong, Jimmie Durham, Cao Fei, Magdalena Fernández, Regina Galindo, Leandro Katz, Ana Mendieta, Lázaro Saavedra, Miguel Ángel Ríos, Nicolás Robbio, Julian Rosefeldt, Melanie Smith y Francesca Woodman son los nombres recogidos por la muestra.
A la intención formativa y divulgativa de la exposición, Fuenmayor suma la singularidad de la propuesta curatorial: subrayar, en este conjunto, un interés común por indagar en las especificidades del medio.
“A tal efecto, hemos tomado como referencia un texto de la historiadora de arte Rosalind Krauss en el que argumenta que el video está, en principio, exento de una lógica interna que pueda distinguirlo con precisión de otros medios y, sin embargo, por su surgimiento tardío, pone en juego permanentemente las relaciones de identidad con otras categorías equivalentes, llámese pintura, escultura, dibujo, fotografía o cualquier otro intento de caracterizar las prácticas artísticas según los medios a través de los cuales los artistas exponen sus ideas”, explica.
A esta obsesión del video con su propia presencia, Krauss la denomina “estéticas del narcisismo”, porque “en este juego de negarse y afirmarse frente a los medios tradicionales se mira constantemente a sí mismo pero sin la posibilidad de aquellos de crear un distanciamiento reflexivo entre objeto y sujeto, de separar la obra de quien la hace y de quien la observa”, añade Fuenmayor.
“Para decirlo de otra manera, es un medio de presente perpetuo en donde todo pasado se vuelve obsoleto. Por ello, hemos querido darle a la exposición el título Memorias de la obsolescencia: memorias del video viéndose a sí mismo, a medida que construye y destruye las fronteras que lo definen”.
Fuente: cubacontemporanea.com