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El imprevisto o la fatídica maravilla venezolana. Entrevista al cineasta Carlos Castillo

Por Ángela Bonadies

“Lo que aquí se dice, se oye y se hace, aquí se queda”.

Escrito en la entrada de la cárcel El Dorado en Venezuela, 1974.

 

Fotografía: Ángela Bonadies
Retrato de Carlos Castillo en su casa, diciembre de 2013

 

Carlos Castillo es, ante todo, un recolector y artista venezolano. Hace cine, pintura, escultura, instalaciones, performances, lámparas, máquinas y excavaciones. Su vida y su trabajo son una continuidad. Lo que caracteriza su búsqueda es la representación del “imprevisto”. Comportamientos, frases y objetos se convierten en hallazgos arqueológicos contemporáneos y logran construir un retrato polimorfo y complejo de sus ideas y de Venezuela.

 Carlos Castillo (Caracas, 1942). Es un cineasta y artista venezolano que ha desarrollado proyectos en distintos soportes, mezclando de manera experimental formatos y lenguajes variados. Pertenece a la generación que impulsó y desarrolló el cine Super 8 en Venezuela. Ha mostrado sus films y obtenido diversos reconocimientos en festivales nacionales e internacionales. Sus películas siguen circulando por circuitos alternativos y de culto, por ello es difícil encontrarlas. Sirva este artículo para difundir su voz y su obra.

 

Ángela Bonadies (AB): ¿Cómo ha influido en tu cine y tu trabajo vivir en Venezuela?

 Carlos Castillo (CC): Es difícil decirlo… ¡Es que es una maravilla! Un día, en los ochenta, estaba con un cineasta belga en Caracas y me preguntó cómo eran las cosas aquí. Yo le respondí que este país era una locura, que podríamos presenciar, por ejemplo, una lluvia de colchones. En lo que cruzamos la esquina la calle estaba cubierta de colchones de un camión que se había volcado. Al principio él pensó que yo había planeado todo, como en una súper producción. Cuando vives algo así a diario surge una pregunta, ¿cómo acercarnos a la realidad?

 

hecho en Venezuela
La mujer zombi y el muñeco tricolor de Hecho en Venezuela.

 

 AB: Entonces, ¿cómo te acercas a la realidad en un país que supera o invierte toda ficción?

CC: Somos nosotros los artistas los que podemos comunicar un estado de cosas. Aunque creo también que nuestra visión no siempre logra… “algo”.

En los años setenta hice Hecho en Venezuela*, que es una película de la que la gente decía: “qué visión de país, es reveladora”. Y aún es así, pero no ha pasado nada, absolutamente nada. Todo está peor. Todo lo que aporta esa película no sirvió de nada. La gente es más corrupta, hay más dependencia, más basura, más engaño. Todo lo que en el momento parecía muy barroco ahora es mil veces peor.

En cambio, hice un trabajo con mi amigo Iván Loscher en la cárcel de El Dorado, en el Estado Bolívar, en 1974. Tomé fotografías y él hizo grabaciones. Nos metimos ahí en la cárcel a vivir tres días. En la entrada, los guardias nos dijeron que bajo nuestra responsabilidad, y así fue.

Las condiciones de vida eran miserables y decidimos ir a ver a las autoridades penitenciarias y les mostramos el material. También lo publicamos en la revista Resumen. A los cuatro meses cerraron esa cárcel por falta de condiciones. Hubo un efecto inmediato. No sé cuánto tiempo después la volvieron a abrir.

 

AB: Es terrible que las condiciones no hayan mejorado. Viendo las fotos que hiciste y comparándolas con la situación actual, todo ha ido a peor.

CC: Allí el 99% de los presos hacía yoga, porque aparecieron unos libros de yoga y se los devoraban. Todos jugaban ajedrez. Algunos entrenaban pajaritos. ¿Qué haces con el tiempo en un lugar así? Mira esto [me muestra una foto], es un certificado de cineasta que uno se sacó desde prisión, por correspondencia. Y leían Malraux. Los tipos eran cultísimos. Ahora lo son en otras cosas, manejan la tecnología. Te tienen ubicado a ti, a mí y a todo el mundo en donde estés, a través de sus medios, para organizar sus actos, sus movimientos delictivos.

 

AB: ¿Cómo financias tus películas? Pregunto porque tu trabajo siempre se ha movido en circuitos alternativos y en Venezuela no abundan.

 CC: Mis películas no cuestan absolutamente nada. Están hechas aquí, en la casa de al lado, con mi entorno. Y los gastos de producción son muy bajos. Afortunadamente terceras personas se han interesado en ellas y han colaborado. En el National Film Board de Canadá, hace años, estaban desarrollando la transferencia de súper 8 a 16mm y me pidieron una de mis películas para ampliarla. Un día recibí un sobre y allí estaba. Un regalo. La película era Manos arriba, esto es un asalto.

 

hecho en venezuela baile
Imagen de la película Hecho en Venezuela de 1977. Hombres de etiqueta hacen un baile al estilo Cabaret en un gran basurero, mientras una mujer zombi grita el nombre de Venezuela.

 

AB:¿Has recibido ayuda del Estado venezolano para alguna película?

 CC: Sí, recibí ayuda para mi peli 50-90 era jugando (1990). La productora Bolívar Films hizo un concurso para celebrar uno de sus aniversarios y me lo gané. Consistía en que ellos ponían la estructura y Foncine, el ente estatal de aquel entonces, cubría todo lo demás: talento, personal, etc.

De resto mis películas son total y absolutamente propias. ¡Y gracias! Por eso disfruto de mi independencia creativa. Detrás de ellas estamos Lissette, mi esposa, como productora, y yo. Así mi autonomía es absoluta. Nunca di concesiones en nada. Mis películas ganaron premios en festivales como el de cine súper 8 de Caracas, el de Cine Nacional de Mérida (Venezuela) y también en el exterior. A finales de los setenta viajé a Irán para proyectar Hecho en Venezuela y gané el premio especial del jurado. A partir de ahí hice una gira por Europa, invitado a distintos festivales. Mostré dos películas en la quincena de realizadores del festival de Cannes de 1981. Era la primera vez que se presentaban films Super 8.

 

AB: ¿Cuál es tu última película?

 CC: Está por hacerse. Estoy trabajando ahora en un guión. Un productor me dijo: “Carlos, haz algo. Toma los tips que tienes que cumplir: final feliz, gente hermosa con problemas solucionables, nada de asesinatos masivos o robos de banco y mucha visión de país. Si tienes eso y algo más, lo hacemos”.

 

AB: ¿Puedes adelantarnos algo?

 CC: Te puedo dar el título y algún detalle. Se llama Miss Frankenstein y es retomando la idea de la construcción de un “ser perfecto”, que es lo que sucede hace tiempo con esto de las chicas que son totalmente empatadas. Tienen la nariz de una, las encías de otro, los senos de otra y así. Lo mezclo con unas referencias un poco perversas, con un bisnieto de un médico malvado, con el personaje del súper cirujano plástico y con un escultor de monumentos.

Me interesa porque es algo que está sucediendo y no va a parar, y mucho menos en Venezuela. He conseguido un par de “misses que viven en la indigencia. Fueron princesas y hoy día no tienen nada. La fama fugaz, los cinco minutos de éxito y reconocimiento. ¿Qué hay después?

 

Intento de vuelo fallido
Nueve de los quinientos cuarenta y un fotogramas Super 8 de Intento de vuelo fallido de 1982. Castillo subió al edificio más alto de Caracas, Parque Central, y desde allí dejó caer su cámara.

 

AB: Lo que hay después, parece, es lo que sucede en tu corto Intento de vuelo fallido, en el que subiste al edificio más alto de Caracas y lanzaste tu cámara. Luego recuperaste la cinta y ahí están, una serie de imágenes veloces y vertiginosas de la ciudad que cae reventada. También el muñeco relleno forrado de bandera tricolor de Hecho en Venezuela, que cae de las manos de una “zombi” y rueda por un empinado basurero, mientras hombres en traje de etiqueta bailan una coreografía tipo “Cabaret” sobre los desperdicios. O el fuego que consume la única secuencia del cortísimo corto Esta película está que quema. ¿Esa caída libre o desaparición fugaz representa el destino de Venezuela o algo parecido?

 CC: Creo que en mis películas y en mi trabajo hay dos ingredientes permanentes, el humor y el drama. Partir de un chiste y terminar representando lo contrario. Es la forma en que me muevo y veo las cosas, de un extremo a otro. Escenas divertidas que en el fondo esconden situaciones dramáticas. Hay que tener una visión propia para convivir con esta realidad y con esta ficción y traducirlas.

 

Uno para todos y todos para todos.jpg
Poster del film Uno para todos y todos para todos de 1980. Con esta película participó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, Francia, 1981.

 

AB: Por otro lado, en Matiné 3:15 p.m. hay un misterio que nunca se resuelve ni se enuncia y se escuchan frases como “Joven que dormía once pisos arriba del lugar de los hechos” o “un policía sospechó, como siempre”. En Manos arriba, esto es un atraco, corto narrado con voz en off y fotos fijas, escuchamos sentencias como “la habitación desde un solo ángulo”. Y en Uno para todos y todos para todos, una niña es perseguida por un pordiosero cuando sale del colegio y al entrar en una casa abandonada se nos presentan varias opciones de final, hasta el último que reza, cual titular, “violado pordiosero, nueva víctima de la colegiala”. ¿Hay una alusión permanente al tema de la justicia venezolana?

 CC: Creo que es algo que se me escapa en ocasiones involuntariamente, aunque después veo las películas y me doy cuenta que es casi ineludible viviendo aquí. Ya están dentro. Cuando presenté Hecho en Venezuela, que es una visión pesimista del país, la gente me criticó por la falta de sentido del humor, que era fundamental en Matiné 3:15 p.m., mi película anterior.

Después me fui a Londres e hice Apropiación indebida, El hambre puede más y El film más espectacular del siglo, películas más universales y conceptuales, más en la línea de Matiné. Creo que con Hecho en Venezuela quedó satisfecha mi necesidad de hablar del país. Esa caja quedó vacía, cumplí con la cuota.

Pero los problemas son universales. En El hambre puede más, un científico crea un ente extraño parecido a un perro, especie de súper-héroe, que va a salvar a la humanidad de sus males y en paralelo en la ciudad hay manifestaciones civiles en contra del hambre. Al final, la criatura se le escapa al científico y es devorado por uno de los manifestantes. ¡Ya el perro no es el mejor amigo del hombre, sino la televisión, los medios!

 

Notas y links relacionados

* En la película Hecho en Venezuela, 1977, una mujer perdida, zombi, vestida de blanco, hace su baile desesperado en un inmenso basurero y grita un nombre, “Venezuela”, con un muñeco de tela de bandera tricolor en sus brazos, relleno de productos.

Sobre Hecho en Venezuela de Carlos Castillo:

https://traficovisual.com/2013/12/17/venezuela-un-pais-productor-de-postales-zombis-por-angela-bonadies/

Bio CC:

http://www.faria-fabregas.com/new/artistas_cv.php?id=53

 

Trabajos CC:

http://www.faria-fabregas.com/imagenes_textos/Carlos%20Castillo-%20Un%20golpe%20de%20dados%20por%20Angela%20Bonadies%203-12-2011.pdf

 

Sobre Bolívar Films:

http://www.bolivarfilms.com/

 

Festival Internacional de Cine Super 8:

http://sisbiv.bnv.gob.ve/cgi-bin/koha/opac-detail.pl?biblionumber=133207

 

Entrevista a Carlos Castillo:

http://www.elojoquepiensa.net/elojoquepiensa/index.php/articulos/191

 

La película Manos arriba esto es un atraco, previo a su participación en el Festival de Cannes y entrevista en el programa de televisión Síntesis:

http://www.youtube.com/watch?v=y6i0sGfpzhg

 

Foncine (Actualmente llamado CENAC):

http://es.wikipedia.org/wiki/Centro_Nacional_Aut%C3%B3nomo_de_Cinematograf%C3%ADa

 

Esta entrevista fue publicada pro primera vez en inglés en el sitio web turnonart.com

Agradecemos a Ángela Bonadies por este material en español.

 

*Todas las imágenes que siguen pertenecen al archivo de Carlos Castillo.

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