Ruth Auerbach
Desde los inicios de su práctica artística Daniel Benaim ha ensayado un lenguaje plástico vinculado a la reflexión crítica sobre el comportamiento de las ciudades, a partir de las inestables paradojas que revela el espacio público. Su propuesta reivindica la “postal” simbólica y el “souvenir” emblemático que interpretan el universo iconográfico de cada lugar que transita. La calle -territorio de interacción sociopolítica y cultural por excelencia- es entonces el escenario susceptible para descubrir formas, signos y códigos compatibles o contradictorios que recontextualizan la inquietante pulsión urbana: una categoría de fotografía que sugiere la dimensión del “parque temático” y de tantas otras metáforas construidas mediante la representación fotográfica intervenida por el montaje digital y el collage de imágenes.
Con la serie Monumento Nacional / Amuletos del poder Benaím retoma su interés en la fotografía directa, deslastrada de todo proceso de postproducción. En este nuevo desarrollo, la documentación y el registro del “patrimonio de bienes culturales” de una ciudad como Caracas no requiere de construcciones ni artificios figurados, pues a nuestra realidad subyacen, ciertamente, los fundamentos de entidades alegóricas que derivan en una mitología urbana; un argumento que sitúa nuestra percepción en esa frontera incierta que se orienta entre la realidad y la ficción cultivada en la esfera del dominio público. De esta manera, su planteamiento se aleja de la retórica cívica para dar cabida al desplazamiento tropológico, -giros del pensamiento- donde el lenguaje configurado y el sentido metafórico, irónico o metonímico de la imagen trazan nuevas posibilidades de lectura al espectador. De allí que la expresión popular rebautiza estos monumentos en osadas alegorías y resonancias que sugieren figuras gráficas; de modo que “el consolador”, o “el misil norcoreano”; “la pirámide rosada de Barreto” o las pirámides mágicas; y, “la rampa de patinaje de Farruco” prevalecen como analogías para identificar algunos de estos monolitos.
En este específico repertorio de exploraciones visuales, el registro “imparcial” de la superficie del tejido urbano caraqueño se aleja de sofisticadas entelequias formales, transformando su discurso de identidad en un fetiche. El documento directo del contexto cívico forja sus propios argumentos y -porque no existe tal objetividad- el icono representado, ciertamente, expone mucho más de lo que la imagen pueda contener.
Entre los años 2014 y 2017 Benaim fotografía aleatoriamente nueve hitos públicos incorporados por el actual gobierno al paisaje urbano como intervenciones escultóricas conmemorativas “contemporáneas”, instaladas principalmente en el Municipio Libertador de la ciudad capital y centro de los poderes gubernamentales. Cada imagen revela el registro documental de un producto cultural, -personajes, acontecimientos históricos, héroes, imágenes mitológicas, alegorías o formas arquitectónicas- ubicados o reasentados en coordenadas específicas del territorio y que deben apreciarse como un conjunto indivisible y no como el recurso de imágenes aisladas. Cada imagen nace de la confluencia de conceptos individuales, expresada en una narrativa que reenmarca y contextualiza cada fragmento en la totalidad de una posible ficción.
Más que la catalogación de una estatuaria paradigmática, este provisional archivo de fotografías se propone trazar una lectura polisémica y desconocida de las transformaciones y reconfiguraciones del escenario urbano. Un espacio ciudadano cuya iconografía reciente y arbitraria abre –también-, una serie de especulaciones y atribuciones a partir de argumentos que recorren las más insospechadas historias singulares, atravesadas por el relato de la narrativa popular, la ficción, el mito urbano y la leyenda apócrifa. Recogen el espíritu de un tiempo -distinto al que la estatuaria decimonónica y moderna materializó- que nace del despropósito de razonamientos ideológicos y hegemónicos asociados, eventualmente, al pensamiento esotérico, mágico y oculto, relacionado -en algunos casos- a la simbología de la muerte, a la ascensión exaltada del héroe y al puntual emplazamiento sobre las coordenadas de la trama urbana.
Monumento Nacional / Amuletos del poder incorpora una breve e inconclusa indagación de datos, apuntes y anotaciones descriptivas, recopiladas a partir de información extraída de los enlaces digitales disponibles en la web, así como de sorprendentes fantasías nacidas de la especulación mítica y popular.
La exhibición se complementa con una instalación que reproduce en impresión tridimensional los nueve monumentos registrados fotográficamente por Benaim. Cada uno de ellos remite a la noción soberana de un “amuleto del poder”. Estos modelos, desprovistos de color y textura, a pesar de estar vaciados de contenido aparente, interpretan el origen de una idea contraria al monumento público, transfigurándose en objeto de culto -talismanes y fetiches- que operan en una relación estética del hombre con los objetos culturales que le rodean democratizando, no obstante, su uso. Así, la imagen fotográfica deviene en la “postal” distintiva y simbólica que representa a la metrópoli; y, el objeto trasciende en “souvenir” que comunica un mensaje, transmutado en el sentido de la “commodity culture” suscrita por una identidad nacional.
Texto de sala de la exposición Monumento Nacional. Amuletos de poder, de Daniel Benaim que exhibe en la Galería GBG Arts hasta el domingo 25 de junio, 2017.
*Agradecemos a Ruth Auerbach por ceder este documento.