Por María Isabel Martín y Jessica Castillo
El pasado sábado 10 de agosto la zona industrial de Valencia fue el destino para la exposición colectiva Constructo País, un proyecto impulsado por la Fundación ArtQuimia, en donde más de 30 artistas tomaron un galpón abandonado de 1.200 metros. La propuesta consistió en transformar el vacío de las instalaciones, con ayuda de materiales en desuso y galones de pintura aportados por la Fundación, en un espacio de encuentro y reflexión en donde, al menos durante un día, el deterioro no fuera interpretable sino evidente. La idea de Constructo País surgió de Domingo de Lucia, empresario, artista y presidente de la Fundación ArtQuimia, un hombre que ve con preocupación el deterioro no solo de los espacios productivos del país, sino de aquellos que hacen posible el desarrollo del saber y las Artes. En palabras de éste, el proyecto nació como una adecuación contextual que permitió a los artistas plasmar una lectura personal sobre la idea primigenia de la exposición: la readaptación del arte en espacios no convencionales: «Con esta acción —los artistas— reflexionaron en torno al contexto a través de la visión de ellos mismos», explicó. En esencia, el discurso se gestó desde la imposibilidad de un espacio industrial de cumplir su función primordial y la posibilidad del arte de operar en dicho vacío de manera crítica.
Asimismo, el proyecto floreció en una ciudad que ha menguado su escena artística desde hace un par de años con la desaparición de salones de arte como el Michelena, Salón Cabriales, Salón de las Artes del Fuego y Octubre Joven, lo que ubica a Valencia en una tribuna silenciosa apartada de la actividad común de ciudades como Caracas, que mantienen un llamado artístico verbalizado y constante. Por ello, la importancia de una muestra de esta índole, en donde se le permitió a los asistentes apreciar el trabajo de más de 30 artistas, a quienes, en palabras de Gema Durán, fotógrafa participante y encargada de la convocatoria «La necesidad de expresarse no los detiene.»
Emmanuel Galea
UNA MIRADA DESDE ADENTRO
La experiencia «efímera» recibió al público con una enorme entrada, arropada por maquinarias en desuso y polvo de productividad engavetada, que invitaba a caminar por entre lo que parecía un laberinto sin paredes en un galpón a plena hora pico. Con obras plasmadas en las paredes, esculturas que adornaban los vacíos del recorrido y un camión viejo en donde se podía observar el trabajo de Víctor Contreras y del grafitero Pedro Jotashock, quien recreó el logo de Efe en uno de los lados del camión, Constructo País ofreció un popurrí artístico ameno y colorido, que jugaba, indudablemente, con la decadencia del contexto industrial de la ciudad. Más adelante en el recorrido, el graffiti continuó presente con Deus ex machine, un proceso industrial de más de dos metros y cuatro colores que dejaba reconocer la firma de Jesmaq01, quien inunda las recodos de Valencia con figuras a partir de ecuaciones matemáticas y cromías simples. Paralelamente, en el otro extremo del galpón, y con un contraste llamativo, Jhossener Gil presentó una instalación que recreaba, con saturación evidente, los muchos mensajes cotidianos que percibe el transeúnte en la ciudad: carteles de comercio informal, figuras religiosas, deidades animistas y montañas de billetes olvidados. Dos lecturas que nacieron y se encontraron a través de un mismo lenguaje: lo urbano.
Por su parte, Raúl Rodríguez, mostró su obra Apatride, un performance que jugaba con la realidad histórica del apátrida a través de un lenguaje corporal íntimo, con la ayuda de una manta blanca —donde se leía el título de su obra— y su cuerpo desnudo dentro de lo que asemejaba una gran caja negra, hacia uno de los rincones del galpón. «Mi lenguaje se basa en la experiencia de mi cuerpo y cómo se integra con el resto», explicó Rodríguez, al mismo tiempo en que reafirmó que no existe aislamiento alguno con el resto de las propuestas presentes en la exposición. Ciertamente, la lectura de su obra se ubicó dentro de un planteamiento contemporáneo y global: la movilización no deseada.
Raúl Rodríguez
Eddy Chacón
Benjamín El Héroe. Bruja
Para quienes lograron asistir a Constructo País, la idea del arte, desde lo urbano y accesible, se apreció a través de distintas áreas. Eddy Chacón, por ejemplo, apostó a la acción al permitirle al público participar directamente en su obra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela Tachadura, una propuesta que invitaba a la relectura de la constitución nacional al tachar aquellos artículos que no cumpliesen con la realidad actual; palabras vacías de un país sin ley. El recorrido también involucró una segunda planta donde prevaleció una atmósfera insurgente y se apreció el trabajo de Benjamín el Héroe, quien, con una pintura acrílica sobre plástico de un PNB, bajo el título Bruja, y con la leyenda «No honor, no gloria», reafirmó la necesidad del artista de ser crítico y construir un discurso a partir de aquello que lo rodea.
Finalmente, Constructo País significó una lectura amena acerca de las necesidades que ha generado la ciudad con el paso del tiempo. Haciendo uso de los espacios industriales y su entorno improductivo, el proyecto permitió, a través de visiones artísticas variadas, reconocer los matices políticos, sociales y culturales que deja entrever Valencia. Asimismo, la exposición significó un acercamiento sólido hacia el rescate colectivo, y crítico, del pulso productivo local y su premura hacia los espacios posibles.
Pedro Jotashock
Jhossener Gil
Los artistas que participaron en Constructo País fueron: Aldo Guglielmetti, Benjamín El Héroe, Dagoberto Becerrit, Domingo De Lucia, Eddy Chacón, Enmanuel Galea, Gema Durán, Hilda Fe Medina, Jesmaq, Jhossener Gil, José Coronel, Leonardo Salazar, Libardo Espinel, Mariana Cano,Mayte de Estopiñan, Miriam Perales, Nelson García, Pedro Jotashock, Rafael Martínez, Ramón Belisario, Raúl Rodríguez, Ricardo Blasco, Saúl Fernández, Sylvia Dewigtz, Victor Avellaneda, Victor Contreras, Yholfran Ochoa, Yoameli Rodríguez y ZPG studio (colectivo).
Artistas participantes de Constructo país en Fundación Artquimia, Valencia. 2019. Cortesía Gema Durán.
Agradecimientos a Raúl Rodríguez