Editorial de Nelson Rivera
Amigas, amigos:
Estoy bajo la persistente sensación de que la pandemia cambiará el estado de cosas en el mundo. Las interrogantes no se limitan a la capacidad de respuesta científica y sanitaria. El virus viene a preguntar por la movilidad, las fronteras, el turismo, el teletrabajo, el financiamiento de los sistemas de salud y, de forma muy acuciante, por la legitimidad de los poderes para imponer severos controles sobre las libertades individuales. De repente, atrincherados con nuestros temores y una caja de paracetamol, somos testigos perplejos del ensombrecimiento de casi todo.
Se abre ante nosotros, con acuciante intensidad, la necesidad de pensar en el aquí y ahora, proyectado hacia lo que viene.
Luis Pérez Oramas -pensador nato y brillante, versátil y apasionado seguidor de los hechos que tienen significación-, nos ofrece El imperio de las ordenanzas, ensayo que, tomando como referencia a Giorgio Agamben, vuelve a la cuestión de la desventura que la verdad tiene en nuestro tiempo: “el lenguaje que prevalece en la presente sociedad es aquel de la creencia, no aquel del conocimiento; aquel de la plegaria, no aquel de la experiencia; aquel de la amenaza, no aquel de la atención; y sobre todo es el lenguaje del mandato, no el de la verdad”. Imperdible. Ocupa los espacios de las páginas 1 y 2.
A finales de 2019, leí un artículo de Corina Yoris Villasana publicado en El Nacional, donde habla del contexto familiar y escolar que hizo posible que, muy temprano en su vida, se sintiera atraída por la mitología. En la página 3, Yoris realiza en un enriquecedor recorrido por la cuestión del Eterno Femenino y algunas diosas griegas: hace patente su gusto, su interés por la cuestión. Es como un abreboca, una invitación a que indaguemos en el prolífico universo de la mitología.
Escribe Samuel Rotter sobre Jean-Paul Sartre y la mala fe: “Mala fe es, resumidas cuentas, el mecanismo de mentirnos a corto plazo para evitar el sufrimiento psicológico actual, pero pagando en el proceso, un dolor mayor a futuro. Nos forzamos una mentira convencidos que no existen otras opciones. Pero la realidad más dolorosa de todas, la más rechazada e ignorada y sujeta a nuestra mala fe, es el reconocimiento de que nuestras vidas dependen vitalmente de nosotros para ser constituidas”. Su ensayo se titula Paradojas de mala fe y está en la página 4.
En la parte superior de la página 5 viene una breve crónica de Maite Espinasa. Comparte la doble experiencia, propia de nuestro tiempo: el regreso a su casa -su hogar- luego de dos años de ausencia. De una parte, la visión del deterioro. De otra, la calidez de los reencuentros. Un texto de tejidos emocionales.
En la parte inferior de la misma página, Susana Benko analiza la exposición de Carmela Fenice, Visiones urbanas, curada por Marianella Guevara Serlín: “Las composiciones de Carmela Fenice otorgan a la imagen cualidades que extienden las posibilidades de la fotografía como medio expresivo. Aquí se conjugan, gracias a los recursos digitales, soluciones pictorialistas con el collage e incluso la gráfica. La reconstrucción es posible por la memoria”.
Página 6, parte superior: la poeta, investigadora y docente universitaria María Dolores Ara, escribe sobre La otra búsqueda. Autobiografía espiritual (Editorial Alfa, 2018), de Rafael Arráiz Lucca: “El libro de Rafael Arráiz tiende una mano a los que buscan una manera de vivir que dé sentido. Sirve de guía por el legado espiritual de antecesores imprescindibles y logra que nuestro propio laberinto sea menos abstracto, menos errático, y estemos bien acompañados en una aventura que nos transforma y nos sacude”.
En la parte inferior, Carlos Maldonado-Bourgoin vuelve sobre el legado de Pedro Grases, en esta oportunidad, para documentar la presencia de libros de Grases o sobre Grases en bibliotecas de Estados Unidos y Europa.
La serie Ensayos de climatología, alcanza en esta edición del Papel Literario, su séptima entrega. Responde aquí la poeta y narradora, Enza García Arreaza: “Hay cosas de los que no hablo, no cuento, no publico fotos, y es suficiente. Por ahora me siento cómoda con la forma en que he logrado estabilizar esa obligación de silencio y ese impulso exhibicionista de querer narrar desde mi multitud de voces. Al responder esta entrevista testifico en contra de mi privacidad y lo encuentro estimulante y bochornoso al mismo tiempo. Vaya incremento de adrenalina”.
Como una oración: cuidémonos, cuidemos a quienes nos rodean. Hay que leer y pensar. Muchas preguntas vienen hacia nosotros hoy y en los próximos tiempos. Les mando un abrazo.
Nelson Rivera.