Cuando el arte se vuelve un urinario y un urinario se convierte en arte

Por Oscar Abraham Pabón

Esta metamorfosis objetual resulta profundamente reveladora para comprender la complejidad del espacio público. En el cubo blanco de la galería o del museo, cualquier cosa puede ser arte; pero en el espacio público, el arte puede transformarse en cualquier cosa.

En el espacio privado del cubo blanco, el artista tiene la capacidad de legislar y definir tanto el contenedor como el contenido. En cambio, en el espacio público, el contenedor puede albergar múltiples contenidos y, lo más importante, puede convertirse en el contenido mismo, según las necesidades o demandas del entorno. Un ejemplo de ello es La Gran Mariposa, escultura de Edgar Negret (1929–2012) ubicada en el centro de Bogotá. Más que una propuesta formal, es una imposición olfativa.

Sí, el olor a orina forma parte de la obra: la pieza se ha convertido en un gran urinario público. Este simple fenómeno nos lleva a hablar más de urbanismo que de arte.

La complejidad de la escala urbana en las grandes ciudades se impone sobre las ideas estéticas del artista que piensa desde el espacio privado, antes que a partir del espacio público. Recientemente, la película Perfect Days de Wim Wenders muestra la necesidad y utilidad de los baños públicos en Tokio. En 2015, Geerte Piening fue multada en Ámsterdam por orinar en la calle. Este hecho la llevó a presentar una demanda contra el Gemeente Amsterdam por una razón justa: la escasez de baños accesibles para mujeres en el centro de la ciudad.

Los ciudadanos y peatones de las grandes ciudades debemos agradecer una sola cosa a las franquicias de comida rápida. Estos establecimientos de comida transnacional (McDonald’s, Burger King, Domino’s Pizza, etc.) se han convertido en urinarios públicos dentro de los centros urbanos.

Mi hipótesis es la siguiente: cuanto menos franquicias de comida rápida existan en los centros urbanos, más esculturas de “líquido urinario” aparecerán.

Aunque suene extraño, cuando camino por la ciudad y el olor a orina se hace presente, pienso en la cima del arte conceptual: «las ideas tienen prioridad sobre el objeto». Entonces recuerdo el urinario de Marcel Duchamp y concluyo: «las ganas de orinar tienen prioridad sobre las ideas».

  1. Edgar Negret (1929–2012). La Gran Mariposa, Plaza de Nariño (Plaza de San Victorino), Centro de Bogotá, Colombia, 3,41 x 5,68 x 4,84 m, 2000.
  2. Marcel Duchamp (1887–1968). Fountain, porcelana y óleo. Urinario puesto del revés y firmado con el nombre del empresario Richard Mutt como seudónimo. La obra original fue fotografiada por Alfred Stieglitz en la exposición de la Sociedad de Artistas Independientes, 1917.
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