Tomado del muro de su cuenta de Facebook
Hoy fue un día distinto. La lluvia nos obligó a guarecernos debajo del puente oeste del distribuidor Altamira. Allí había gente jugando cartas, leyendo, conversando, jugando dominó. En medio de ese panorama resaltaba una instalación artística en proceso. Sobre una estructura de madera se fueron colocando lienzos, telas, carteles, hojas impresas, cuyo tema central era recuperar el respeto a la democracia, la libertad de elegir, a través de figuras de la iconografía religiosa. Desde el puente colgaba un enorme rosario con una cruz, y también sobre el puente se armaban y desarmaban, letra por letra, estos dos mensajes: “Protesta Pacífica”, “Ni un chamo menos”.
Este despliegue mostró un importante grado de organización previa. Implica foco y compromiso. Y eso fue lo que percibimos como distintivo en este plantón. La creatividad surgida de andar enfocados, con un objetivo. Por otra parte, el espacio y la idea misma de esta manifestación, inmersa en el discurso de la No-Violencia, generó un cúmulo de imágenes muy distintas al guión del fuego. El asfalto y las defensas se llenaron de dibujos y mensajes. Música. Aparecieron otras consignas, otros mensajes. Eso sí: todos apuntando a la salida de este gobierno autoritario, autocrático… sí, dictatorial.
Mientras por Miraflores avanzan en su absurdo intento de crear una Asamblea Nacional Constituyente fraudulenta, a la medida del gobierno (del partido, de la banda militar), en la autopista, pese a la lluvia, primero, y pese al calor, después, cantábamos aquel canto de pilón:
“iiio, iiio,
allá arriba en Miraflores
iiio, iiio,
hay un gobierno militar
iiio, iiio,
gobierno de represores
no nos vamos a calar
iiio, iiio”
Las cruces de mayo acompañaron la Santa Barrera. Con una hermosa cruz, hecha con flores de muchas manos diferentes y muchos colores. También cantamos el Pajarillo:
“Pajarillo verde, cómo no quieres que llore,
pajarillo verde, cómo no voy a llorar,
ayayayay, si una sola vida tengo
pajarillo verde y me la quieren quitar”.
Una muestra de otra energía, a pesar de que los de la capucha, los de la molotov, los de las máscaras anti-gases, andaban paseando sin sentido entre la gente, orillados, como esperando su hora… estoy seguro que algunos se aburrieron de esperar y echaron mano a alguna pancarta, o cantaron alguna canción. La resistencia que vale la pena, al final, es esta: múltiple, diversa, de muchos rostros. Es aquella que nos permite prefigurar otro futuro sin darle argumentos al adversario.
Por ese camino vamos. No nos sacarán de la calle, ni el gobierno milicívico, ni sus monaguillos, defensores de una “religión” errática, que para autocatalogarse de “humanista”, gusta demasiado de humillar y reprimir. Una religión inviable en Venezuela.
Hasta que respeten nuestro derecho a elegir, allí estaremos.
Cheo Carvajal
15 de Mayo, 2017
Las imágenes también son de Cheo Carvajal