Para hilvanar un diálogo Leonardo Nieves – Malu Valerio

Dos artistas cercanos en generación cuyo medio de trabajo les resulta familiar. Malu Valerio y Leonardo Nieves fueron compañeros de estudios, pero hay mucho más en su carrera artística que los vincula. Esta conversación resulta en una red de puntos que nos permite conocer de otra forma el trabajo de Malu con las preguntas precisas de Leonardo. Los hilos van por aquí, sigamos este diálogo.

 

Leonardo Nieves: ¿Qué signos de identidad logras precisar en el desarrollo de tus imágenes?

Malu Valerio: Para iniciar esta respuesta creo que puedo parafrasear parte de mi planteamiento que tiene mucho de identitario, donde comienzo afirmando que indago en el espacio íntimo, busco ampliar vivencias propias y hacerlas lenguaje habitual. Exploro problemáticas sociales de género, hago revisiones sobre el rol de la mujer en la sociedad, reflexiono acerca de la intimidad y lo público, los problemas del cuerpo, el resguardo, la vulnerabilidad, el silencio, la animosidad humana en medio de afrentas sociales, desde una estética post feminista, lúdica y ornamentada, este aspecto refiere a los temas que me interesan, sobre los que desarrollo las investigaciones que en algunos casos rozan un cierto ánimo de sereno activismo social.
Luego prosigo hablando del aspecto técnico y su correspondencia conceptual con las ideas iniciales, expresando que el bordado, el tejido y la costura transforman lo puramente plástico en experiencias evocativas de la memoria personal y familiar -tradiciones colectivas, rituales femeninos, hábitos sociales-, y transfiguran discursos inexorables en imágenes poetizadas por el uso delicado de la labor manual.
Para concluir aseverando que la vastedad de lo femenino encarna el eje central del proceso, por lo que me ocupo de crear objetos, relatos e imágenes idílicos que me ayudan a resignificar situaciones domésticas emocionales o físicas, entendiendo la creación como un acto íntimo de traducción de hechos perceptibles y de memorias personales, que son sublimados mediante la imagen poética, con un contenido social, espiritual y humanista.
Todo inicia con la historia personal, las memorias y experiencias de vida, la mía y la de mis antepasados, entonces la creación es un viaje hacia la raíz substancial de esa identidad propia que se enlaza a la otredad.
Lo familiar -que incluye tanto lo relativo a la familia sanguínea y adquirida, pareja, amigos y conocidos, como lo que se conecta con las rutinas y lo habitual- es reconfigurado, acotado y ficcionado en el tránsito constructivo vitalista donde todo está hondamente vinculado a lo que se ve, se siente y se vive, a las personas del entorno y al lugar, conectando la práctica artística con las raíces heredadas y en ocasiones con el concepto personal de venezolanidad. Es así como concibo el trabajo como una integralidad, arte y vida.

 

LN: ¿Sobre qué matices el hilo como metáfora de la vida te ha permitido explorar en tu conformación como individuo?

MV: He asumido los espacios cotidianos del quehacer hogareño como el lugar donde sucede la alquimia artística, entonces el fuego de la hornilla transforma las plantas en pigmentos, y las ollas de la cocina son el cuenco donde se depositan estas tintas que van a preparar la base del trabajo: las telas, los hilos, las fibras, el papel.
Creo que el haber escogido el recurso textil como materia base para la creación es también una clara correspondencia con mi cotidianidad, con mi historia de vida y la de las mujeres de mi familia y entorno cercano, porque el textil es muy corporal, muy físico, cálido, sensitivo, femenino; además tiene esa cualidad de que si se ensucia puede ser lavado -como en la vida real-, si nos ensuciamos nos bañamos, si nos rompemos las rodillas nos curamos, si lloramos nos secamos, y volvemos a ser nosotras, así es la tela, tiene esa suavidad aguantadora que tanto nos caracteriza como género.
Poder dedicarme a la creación es mi principal motivo de alegría, y defiendo el derecho a crear como eje que fundamenta mi existencia, a través del cual trabajo mi propia vida, me sano, sano a mi ascendencia y aspiro ayudar a sanar a otros. Aunque aún en la actualidad reconozco que hay que defender constantemente la decisión de ser artista y vivir en el arte y para el arte, por todo lo que socialmente implica, sigue siendo la disposición más feliz y vigorosa, que representa una cuota de libertad. La obra que desarrollo es una correspondencia directa a mi experiencia, tiene ese componente catártico y transformador que aspira a hacerla libre, al convertir el acto creativo en un acto liberador.
La propuesta es ejecutada transdisciplinariamente como el resultado de un trayecto de experimentación y digestión de procesos propios de las artes plásticas y de las artes manuales, cuyo resultado es evocativo, intestino y colectivo, derivando en mecanismos resonantes del recorrido en sí mismo. De manera que las experiencias de vida están íntimamente conectadas con el trabajo, ahondan y avanzan al paso que se mueve la existencia y en ocasiones, por obra y gracia del inconsciente y sus prodigios, puede ser capaz de comprender e integrar los hechos vitales anticipadamente.

 

LN: ¿Cómo asumes el hecho tecnológico en relación o contraposición con las dinámicas que planteas?

MV: En mi propuesta la huella de la mano prevalece por encima del rastro tecnológico. Lo que hago, mi trabajo, es muy tradicional en su ejecución. La gran mayoría de los procesos que manejo pertenecen al universo de las tradiciones manuales -rituales familiares, costumbres heredadas, artes y oficios- todo se vincula formalmente a ciertos convencionalismos técnicos y tecnológicos, me refiero a tecnologías mínimas o primitivas que emplean herramientas dependientes de la labor manual: máquinas de coser, telares, planchas de vapor, cocinas, prensas, etc.
Desde mi visión, el poderío de la era digital/tecnológica se ha de doblegar al trabajo manual, cada día más y aún hoy, aquello que ejecuta la mano creadora encarna mayor sujeción que nunca antes.
Esta vuelta al origen, bajo riesgo de alimentarse de saudade y evocación hasta sofocarse ante el síndrome de la edad de oro, se repliega a las artes manuales, convencida de que como sociedad saciada del producto digital y su apego a una tecnología diseñada para ser descontinuada, cuyos dispositivos en pocos años obsolecen y con ellos las obras corren el riesgo de perderse entre formatos de almacenamiento que son rápidamente descontinuados, no es otra cosa que una carrera tecnológica a la que el arte puede o no remitirse. El artista y la obra, naturalmente, disponen y se atienen a las necesidades y demandas de ambos.

LN: Esclarecedor!! De fuerte resonancias sobre mí.. Tus palabras como agua sobre familiares reflejos… Me emociona mucho estar haciendo este ejercicio de correspondencia juntos y que tengamos la oportunidad de reencontrarnos en la reflexión íntima que deriva en palabra creativa!

En tal sentido podemos decir que lo femenino brota como un caudal en la lectura de tus manos sobre los materiales que eliges para tu creación. Cuerpo de lecturas sensibles que amoldan la tela o el papel, en su preparación para el ritual que se vuelve calma desde la memoria y su correspondencia en el hilo transmisor de los mensajes.

MV: Lo femenino es mi coartada, ese pretexto que da pie a este juego; los materiales que escojo me definen corpóreamente, al manipularlos y transformarlos experimento este hecho en mí como parte del material transmutado. Ese excedente de la obra que no es necesariamente visible: la vida. El tejido y su valor antropológico que permite el flujo de relaciones culturales, te permite canalizar relatos familiares, cotidianos o de razón social. Es decir, obra como denuncia o con una valoración desde tu sensibilidad femenina. Sí, los entrecruzamientos existenciales pueden ser narrados desde el entramado, en él estamos entrelazados, entretejidos en un matorral de vivencias y determinaciones. Forjar el ejercicio del autoanálisis en paralelo a la indagación sobre diversos aspectos socioculturales que demandan mi atención ha sido posible desde el oficio manual, de alguna manera sin percatarme del todo, inició esta relación hace unos cuantos años, que hasta ahora percibo como una solución plena, capaz de guiarme sensiblemente entre múltiples corrientes de las aguas de una vida.

 

LN: ¿Hacia dónde apunta este flujo de ideas que direccionan tus imágenes?

MV: Actualmente continúo indagando mi interioridad desde el quehacer, no sé cuánto tiempo más lleve este proceso y tampoco me preocupa mucho. Me asumo como sujeto base de mis intenciones que a su vez son espejo de un mundo impreciso e indivisible. La base de mis propósitos es la sanación, y el sanar es expansivo, la idea de recobrarse generalmente es percibida por el otro-partícipe y puede llegar a manifestarse en forma de respuesta gestual o verbal, que en ocasiones da pie a nuevas interrelaciones que hacen expansivo este entretejido. Mi guía es la intuición y la sensibilidad, el cuerpo y el alma son los monitores.

 

¿Qué tan sereno es la fibra de tu discurso?

MV: La vida real a veces carece de sosiego, el cielo no siempre luce despejado, más la obra sí puede tener la autonomía de ser plácida y ejercer la serenidad como blasón. En apariencia las tareas son variopintas, pero en eso que entiendo llamas La Fibra yace la quietud como iniciación y como término. Quizá sea por esa idea de que la sanación lleva a la aspiración de una cierta entereza interna e incluso a la imperturbabilidad.

 

De aquí me permito pasar a otra geografía en este mapa  de  reflexiones, me gustaría saber:

En torno a la sensualidad y el hecho manual como invitación a la experiencia táctil. ¿En qué lugar de tu cuerpo ubicas tus emociones al momento de dibujar con los hilos?

MV: Entrelazado en la trama vital, en la espesura de los sentidos, el cuerpo físico es el ovillo que se devana en estímulos. Arrollado sobre sí mismo como entidad sensitiva va dejando entrar y salir la línea que da forma a la idea, la puntada es la huella amorosa/dolorosa que deja su marca y se asienta, inmovilizada, venturosamente estancada.
La piel es el territorio, y la tela su recinto. Esa membrana flexible que en su fragilidad resiste todas las arremetidas de lo real, es la fina película que abarca experiencias como registro existencial, cobertor sutil hecho de calidez y capas de tejidos: fibra, grasa, sangre, carne, vello, poro, sudor.
La piel se pliega a la emoción y sobre ellas la tela se repliega, juntas y liberadas al flujo hilvanador que desgarra y acopla, desgaja y resarce. Surce.
El hilo establece el trazo, agrieta la superficie, fija lo alterado, apunta la vibración.

 

LN: En esta premisa de lo táctil, me motiva preguntarte:

¿Qué te deleita más: el hilo en su recorrido para dar cabida a la forma  o la forma culminada como posibilidad de otros recorridos?  

MV: Ambas esferas encarnan la seducción. La ejecución, usualmente realizada en la intimidad, comprende mucho de ritual personal meditativo y transformador, es el tamiz que limpia el alma creativa y traduce mucho de lo que el individuo transita aún sin comprender. El objeto finalizado es la comprobación de que el proceso interno de conversión ha ocurrido y da paso a nuevos atajos, esta vez en compañía de otros seres, algunos nuevos y otros ya conocidos, dotados de sensibilidades propias y otras permisibles resonancias.
Uno y otro son estadios ineludibles, aunque sin duda el primero es el que sentencia la línea de acción, construye la estructura que será develada y sin la cual no habría posibilidad alguna de iniciar el tránsito y el diálogo con ajenos.

 

LN: ¿Qué sonido te acompaña cuando afloran tus imágenes?

MV: Mis memorias se vuelcan al mar, a la casa cálida y maternal, a la figura de mi madre como una delicada presencia abarcadora y suprema que definió la vida en el hogar como una bahía sutilmente bañada por el sol sentido a través de las palmas, y un pausado oleaje que desde la orilla invitaba a distinguir el cuerpo entre las transparencias acuosas del juego, la risa y el cuidado de las manos de mamá, reclinada, balanceándose.
Ella está viva en todo lo que hago, y con ella todas las mujeres de mi vida: madre, abuelas, bisabuelas, tías, hermanas, amigas.
Si hay un sonido, es el resonar de la feminidad, el eco de la sororidad, el arrullo de las voces que más allá de la ausencia física aguardan afectuosamente desde el vivo recuerdo que se actualiza en la imagen.
Entonces la obra es también eso, la sujeción al afecto máximo, la contención del amor más grande, la adherencia infinita al ideal atesorado durante toda una vida que es muchas vidas a la vez.

 

LN: ¿Si te dieran a elegir qué prefieres desentrañar la maraña o el paisaje intimo?

MV: Algunos de mis amigos dirían que soy de esos seres extraños que hallan profundo placer en desatar los nudos de los hilos enmarañados, y es cierto, creo que es fascinante esclarecer el inicio y el final del laberinto del ovillo y que en este transitar puedo desmenuzar mi propia fragosidad, por ello es para mí uno de los simples goces de la cotidianidad en el taller.
Pero es finalmente la intimidad quien encarna el mayor interés, algunas veces diáfana y otras también laberíntica, representa el juego mayor donde se recrea la intención capital que aspira a esa muy personal trascendencia entrañable.

 

Noviembre, 2017

 

Malu Valerio. 1982 (Cumaná, Sucre). Licenciada en Artes Plásticas mención Pintura, Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas “Armando Reverón” Iuesapar, 2007. Desde 1997 realiza investigaciones en diversas disciplinas de las artes en Perú, Chile, Paraguay, Brasil y Venezuela. Trabaja textil, pintura, dibujo, objeto e instalación. Emplea procesos que discurren entre las artes y los oficios manuales. El bordado, el tejido y la costura transforman lo puramente plástico en experiencias evocativas de la memoria personal y familiar – tradiciones colectivas, rituales femeninos, hábitos sociales-, poetizados por el uso de la labor manual. La vastedad de lo femenino encarna el eje central de su proceso, ocupándose de crear objetos e imágenes idílicos que resignifican situaciones domésticas, emocionales o físicas.
Desde 2007 se desempeña como instructora de pintura, dibujo, lenguaje plástico y arte textil en Iuesapar y Unearte. Es directora del proyecto de autogestión artística Taller Abierto Lechería en Anzoátegui, desde donde lleva el Laboratorio Permanente de Arte Textil.
Ha participado en más de sesenta exposiciones colectivas y salones desde 1998, siendo merecedora de más de una decena de reconocimientos nacionales y regionales.

Leonardo Nieves  (Caracas 1977). Egresado del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas “Armando Reverón”, mención: Gráfica. Miembro Asociado al Taller de Artistas Gráficos Asociados “Luisa Palacios” TAGA. Su obra se condensa en propuestas relacionadas con la costura, el grabado y el dibujo. Experimenta con diversos soportes y materiales que le permiten asumir  procesos de experimentación muy diversos y con un sello manual de sofisticados resultados.

Ha participado en diversas exposiciones colectivas e individuales, tanto en Venezuela como internacionalmente.

 

Gracias especiales a Malu y Leonardo por esta especial colaboración.

 

Todas las imágenes son cortesía de Malu Valerio.

 

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