Conocer a Gabriel Castillo me devolvió una alegría que tenía muy refundida y que aún hoy, después de pensar y editar este material por tercera vez, me cuesta describir. Así que mejor les dejo este texto increíble de Víctor Albarracín que lo hace perfectamente. Mil gracias a Lugar a Dudas por esta invitación a #laVitrinaDesdeCasa, no pudo llegar en un mejor momento. A los amigos que vieron un corte anterior: vean este. Incluye muchas cosas que antes no estaban porque necesitaban de otro ritmo y de otro tiempo. Aquí todo sucede en la República del Catatumbo. ‘Gabriel II’ (próximamente) será enteramente sobre la estadía de Gabriel en Bogotá y las obras que realizó para el 45 Salón Nacional de Artistas. Y ojalá pronto, cuando este mal sueño termine, podamos vernos para hacer Gabriel III. Mil gracias también a David Medina por acompañarnos en esta aventura desde el comienzo.
Ana María Montenegro
‘Ana María Montenegro decide viajar a Cúcuta para intentar entender la situación en la frontera colombo-venezolana en uno de los momentos siempre tensos de la relación binacional. En el viaje, parte de su investigación curatorial para el 45 Salón Nacional de Artistas, se topa casi por accidente con Gabriel Castillo, un artista siempre marginal, aún en el margen mismo que constituye toda frontera y muy particularmente esta que separa dos países hermanados por la historia y quebrados por la estupidez y la mezquindad de sus gobiernos.
Ana María transforma entonces parte de su investigación curatorial en este documento audiovisual que escucha con atención los planes radicales de transformación del mundo propuestos por Gabriel Castillo. Esos planes, al parecer infinitos, encuentran en su enunciación la posibilidad de ser: hay que convertir las montañas en nevados y en volcanes, hay que fundar un nuevo país: la República del Catatumbo, formada por el departamento de Norte de Santander y por el estado del Zulia y, una vez fundado, hay que hacer de Pamplona su capital; hay también que modificar los árboles, hay que convertir las piedras en balones, los huevos en bolas de pool, los frutos del totumo en mapas del mundo o en más bolas; hay que reformar el lenguaje, crear nuevos alfabetos, darle un nuevo estatus a la consonante que le confiere un carácter particular a la lengua española: la letra che. Hay que reinventar el ajedrez, hay que prestarles atención a los fósiles, hay que pintarse las uñas, hay que aprender de las cabras, hay que construir tableros de basket en los que no podamos ya encestar, hay que reinventar el vallenato, hay que hacerse hija y hermana de un Duchamp inventado, en un Picasso pervertido, de un Van Gogh drogado. Castillo reconstruye el mundo con su palabra y con unos gestos plásticos simples que esbozan la potencia viva de toda posibilidad, sin amarrarse a la cárcel del objeto artístico. Lo que hace Gabriel es proponer un campo irrestricto de juego, un cotejo, un partido sin balón en el que usamos el mundo como una cancha o un tablero, en el que jugaremos si somos capaces de reinventar las reglas hasta el infinito.
Mientras Gabriel amplía minuto a minuto los límites de esa promesa de mundo nuevo, Ana María consigna todo el proceso de redefinición para que no se lo lleve el viento, para que cuaje en una imagen transmisible, para presentar con justicia la fuerza demoledora de este génesis amasado por años en medio del relampaguear interminable del faro del Catatumbo.
Nos hemos pasado los meses de encierro viendo hundirse todas las instituciones y las pseudoinstituciones de eso que llamamos “el mundo del arte”, nos hemos quedado viéndolas fingir que aún existen a través de sus lives en Facebook y en Instagram, de sus seminarios y charlas en Zoom, nos hemos ocupado aplicando a fondos de irrisorias ayudas gubernamentales, nos hemos desilusionado como artistas viendo el fracaso de todas las nuevas estrategias salvadoras del coleccionismo, nos hemos asustado al pensar qué será de nosotros, quién nos defenderá, cómo seguiremos si el 71% de la población mundial opina que el arte es la profesión menos relevante para el momento histórico presente. Mientras tanto, Gabriel Castillo continúa en algún lugar, al margen de todo, en el centro de su propia fuga, encendiendo el fuego de la potencia, diciéndonos, si somos capaces de escucharlo, que hay un universo escurridizo que nos habla y que nos deja ser algo totalmente nuevo, chivas en el peñasco, burros revolcando la cancha, piedras sobre las que se posó por milenios el cuerpo de algo que estuvo vivo hasta darles forma, una forma que nos dice cómo llegamos hasta aquí y, tal vez, cómo seguiremos, si es que somos capaces de empezar otro mundo y otra vida, porque esta ya se volvió un fósil de respiración menos que improbable.
Hay que abandonar el centro, hay que volverse frontera.’-
Víctor Albarracín
Junio 2020.
Puedes ver la película completa aquí
#laVitrinaDesdeCasa
De acuerdo a la normativa de distanciamiento social, virtualización y cuidado de la salud. El ciclo de exhibiciones de la vitrina en -lugar a dudas- se movió de su planteamiento físico inicial para transformarse en una serie de presentaciones online de ocho distintas obras o propuestas en video realizadas por artistas seleccionados quienes realizaron piezas específicas para el ciclo o presentaron, en su defecto, piezas ya terminadas que no habían tenido difusión pública. Esta versión de la vitrina online se desarrolla de marzo a agosto de 2020.