En agosto de 2021 con el apoyo del Centro de Arte Los Galpones pudimos convocar a un conjunto de artistas cuya práctica se ha dedicado al ejercicio y la investigación del performance. Para la quinta edición de Zona de Despeje, quisimosque abordar el performance como práctica artística, ya sea a través de la acción, el cuerpo presente, o la mediación por otro medio como la cámara, el video, la fotografía, las redes sociales. Nos reunimos para conocer nuevos trabajos y escuchar experiencias que se inscriben en la historia del arte venezolano.
La premisa de este encuentro fue identificar los trabajos donde el cuerpo o su ausencia, representa un elemento importante en la obra, nos detuvimos a observar la diversidad de manifestaciones, sus cambios, la memoria que le precede en el caso de Venezuela y cómo podemos organizarnos para darle continuidad. Nos acompañaron los artistas: Eliseio Solís Mora, Costanza De Rogatis, Erika Ordosgoitti, Rául Rodríguez, Alejandro Torrealba, Julio Loaiza, Diana Leal, Emmaly García, Pedro Terán, Antón Ceballos, Enmaly Ramírez.
Zona de despeje es un ciclo de encuentros y charlas organizadas por Tráfico Visual con el apoyo de instituciones aliadas que intenta poner en discusión y visibilizar iniciativas, movimientos y nuevas cadencias que aunque a veces periféricas, representan ejes que vibran en los lenguajes de la cultura contemporánea en Venezuela.
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Para la ocasión el maestro Pedro Terán cedió el siguiente escrito con motivo del encuentro. Terán narra a partir de sus experiencias el significado del performance, arte-vida, las razones para continuar en dicha práctica y los aportes que le ha brindado a la historiografía del arte venezolano.
Para hablar del cuerpo en mi propuesta artística me es necesario retroceder a finales de la década del 60 cuando llegué a Londres, un lugar en ebullición y en tiempo favorable a los cambios.
Recordemos algunas de las cosas que acontecían en esos días: el movimiento hippie estaba en plena expansión, la revolución sexual se acompañaba de la píldora anticonceptiva, la música -especialmente el rock y el folk contestatario- , la minifalda, las drogas que buscaban estados alterados de conciencia, el anti-sistema, el naturismo y para completar “the picture”, estallaban en el vecino Paris las protestas del mayo del 68.
Como joven artista que era en ese entonces, estos estímulos favorecían las interrogantes que sobre la naturaleza del arte me planteaba en mi mente y a la necesidad de una respuesta artística acorde al tiempo que vivía. En mi persona los cambios no se hicieron espera, me embarqué, junto a un fotógrafo griego y unas amigas, en una serie de experimentos multimedia que involucraban proyecciones y efectos visuales sobre cuerpos que ejecutaban expresiones corporales acompañadas de efectos sonoros.
A estos experimentos se sumaban mis regulares visitas a museos y galerías privadas para ver arte emergente y de nuevas propuestas. Valdría la pena, aquí, mencionar la primera individual de Hélio Oiticica, Tropicalia en la Whitechapel Gallery de Londres. Muestra esta, salvo por el crítico y curador Guy Brett, ignorada o descartada por la crítica oficial inglesa. A manera de anécdota mencionaré haber invitado a Diego Barboza a acompañarme en esa visita. Diego, poco tiempo después dio inicio a sus famosos “Poemas de acción”.
Es este el lugar y momento donde la necesidad de un lenguaje personal centrado en la superación del objetualismo tradicional comienza a gestarse. Inicio la década del 70 con mi primera propuesta participativa;
toda una invitación a lo lúdico en un sitio destinado al tránsito urbano, significativamente esta pieza se tituló “Steps” (“Pasos”). La propuesta consistió en la disposición de huellas sobre el pavimento que definían un peculiar y lúdico recorrido.
Son esos primeros pasos los que me sitúan en una serie de experiencias relacionadas con los lenguajes de acción y el performance art. Desarrollo a continuación la serie “Arte en la calle” y comienza a aparecer en la ciudad la palabra Arte, escrita en vallas, aceras, parques, plazas, en la tierra, el agua, el aire y fuego. Emblemática de esa serie es la secuencia fotográfica “Arte y los elementos”.
Finalmente y para cerrar ese capítulo, estampo la palabra sobre mi frente y salgo a pasear por la Londres de los nuevos tiempos y del nuevo arte.
Fue en ese paseo donde surgió un interés más identificado con el cuerpo mismo como objeto y sujeto artístico para buscar una comunión con el otro, un puente o enlace para despertar su atención, observación y reflexión.
A partir de este momento vuelco toda mi energía en la creación de series cuya preocupación pudiera ser sintetizada en tres términos o categorías conceptuales: Espacio, tiempo y cuerpo.
Destacaría de ese período:
“Caminando un año”. Performance iniciada el otoño de 1971 y culminada el verano de 1972. Se trata de mi contacto con el entorno geográfico; es el paisaje, la transitoriedad de lo material y el efecto del tiempo en el individuo. Se registran en 4 imágenes a color el paso y mi caminar de las estaciones.
“Viajando con Terán”. Aludía en esta serie a un famoso comercial de Cervecería Polar que rezaba: Cada región tiene su nombre, pero en toda la cerveza se llama Polar. Mi paráfrasis para ese comercial era: Cada región tiene su nombre pero en todas el espacio se llama Terán. Esta serie empezada en 1971, cincuenta años más tarde se continúa realizando en diferentes localidades y países.
“Reverón-Reverón”. 1972. Trata de una reflexión sobre los planteamientos de Armando Reverón sobre la luz tropical, la desmaterialización del cuerpo en el espacio y el deseo de alcanzar el absoluto.
También apreciaría citar de 1971, piezas que se formulaban contemporáneamente a las series ya citadas como: “Escultura fría”, donde introduzco una sutil ironía referida a cierta tendencia cold del arte contemporáneo. Es una secuencia fotográfica que muestra parte de mi cuerpo a la espera del descongelamiento de un cubo de hielo. Tiempo y cuerpo en una no-acción muy “cool”.
“Identity card” (“Documento de identidad”). 1972. Se trata de mi transformación personal en un registro fotográfico que muestra el proceso de decrecimiento de mi barba y mi cabello. Cuatro imágenes en blanco y negro donde “más es menos”, esto, debido a que logro una completa depilación.
Para 1973-74, El enfoque sobre el cuerpo es mas nítido, más lúcido. Trabajo durante este tiempo en la serie “Cuerpo de Exposición”. Realizada en fotografía infrarroja para mostrar lo más íntimos detalles de la piel y lo que está debajo de ella. El cuerpo se hace objeto, el cuerpo es sujeto, el cuerpo es nosotros. Cada fragmento de Cuerpo de exposición formula un todo donde se reflexiona, se compone y finalmente se transforma y completa en nuestra mirada para decir el carácter corporal de nuestra y de toda existencia.
Después de esta serie presentada en el Ateneo de Caracas en 1975, realizo un trabajo materializado en diferentes estrategias visuales: Performance, polaroids, fotografía, intervenciones rurales y urbanas, instalaciones, video, etc.
Para finalizar esta breve nota, invito a las personas interesada en ampliar información sobre mi trabajo a las capsulas de Archivo Abierto en Abra Caracas donde encontraran excelentes textos de Costanza De Rogatis y Rigel García.
En agradecimiento a la invitación formulada por Tránsito Visual, cierro con un aforismo de mi autoría:
“El cuerpo, presente o ausente, siempre el cuerpo”.
Pedro Terán
Agosto, 2022