Un proyecto comisariado por Pablo León de la Barra
24 de abril – 20 de junio 2013
Galería Travesía Cuatro
Madrid, España
Pablo León de la Barra dedica esta exposición a la memoria de Ellen Cantor (1963-2013)
Libremente inspirada por el libro ‘Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario’ publicado por Carlos Rangel en Venezuela en 1976, la exposición cuestiona a partir del trabajo de una serie de artistas, diferentes mitos y realidades del arte contemporáneo de América Latina. El libro de Rangel fue un best seller en su momento, pero también fue acusado de derecha. ‘Del Buen Salvaje…’ intentaba explicar las dificultades enfrentadas por el modelo Latino Americano en comparación con el ‘éxito’ del modelo Anglo Americano Estadounidense, adjudicando las diferencias principalmente al mito del Buen Salvaje (el indígena inocente viviendo en el paraíso y corrompido por la conquista Europea), a la cultura Española del Hidalgo (que no trabaja, que solo explota a los recursos y habitantes del continente Americano), al imperialismo Norte Americano (los recursos del continente para los Norte Americanos), y a la aparición de la figura del Buen Revolucionario que a la manera de Fidel Castro o el Che Guevara terminaban volviéndose caciques o dictadores, replicando los mismos modelos de los regímenes que habían derrumbado.
La obra de Luis Molina-Pantin (Venezuela 1969, vive en Caracas), presenta las primeras ocho ediciones, publicadas entre 1976 y 1977, del libro de Rangel ‘Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario’, cada nueva edición tiene la portada de un diferente color, al ser puestas juntas las portadas se convierten en un arcoíris, referencia a el mito de que en el continente Americano se encontraría el paraíso. El trabajo se complementa con una serie de anexos (exhibidos en la oficina de la galería sobre el planero) donde se encuentran otras ediciones posteriores del libro, incluyendo la edición colombiana con una portada diferente a la venezolana, una copia de otro libro de Rangel ‘El Tercermundismo’, revistas de noticias sobre el suicidio de Rangel en 1988, así como referencias a su esposa Sofia Imber, fundadora y directora del Museo de Arte Contemporáneo que llevó su nombre en Caracas, así como una copia de su libro ‘Yo la Intransigente’ de 1971.
El trabajo de Alexander Apostol (Venezuela 1969, vive en Madrid) ‘La Salvaje Revolucionaria en Horario Estelar’ comisiona a una serie de intelectuales venezolanos (muchos que también trabajaron de escritores y libretistas de telenovelas) a rescribir los 11 capítulos del libro de Rangel ahora como Telenovela. La idea está inspirada en el concepto de la telenovela cultural, fenómeno que existió durante los setentas en muchos países de América Latina, como una manera de educar a las masas. Como parte de la obra, la noche de la inauguración se realiza una lectura/performance del ultimo capítulo escrito por Boris Izaguirre, que habla sobre dos reinas de belleza que están confrontadas por su origen social y color del cabello. La lectura será realizada por Eliza Arcaya y Emilia Azcarate usando como fondo la obra de Apóstol, que recuerda el ‘set’ del programa de tv ‘Buenos Días’, programa de periodismo político y entrevistas conducido por Imber y Rangel en Venezuela todas las mañanas durante los setentas.
La exposición también invita a una serie de artistas a asumir diferentes roles dentro de los roles posibles existentes entre las posiciones ideológicas del Buen Salvaje y el Conceptual Revolucionario. Así, dentro de esta gama podemos encontrar al Buen
Salvaje, al Salvaje Etnográfico, al Subdesarrollado Crítico, al Abstracto Revolucionario, y al Conceptual Revolucionario.
El trabajo de Adriano Costa (Brazil 1975, vive en Sao Paulo) existe en el punto antes de que la obra se solidifique: antes de que la pintura se vuelva pintura y que la escultura se vuelva escultura. Costa presenta cuatro pinturas salvajes hechas sobre bolsas de plástico, parte de la serie ‘O Salão e a Selva’ y una escultura ‘Blitz’ donde la presencia anímica-religiosa, que la colonización y la modernización quisieron erradicar, co-existe con los tecnología de la modernidad.
Los dibujos de Jesús “Bubu” Negrón (Puerto Rico 1975, vive en San Juan) son parte de la investigación etnográfica antropológica hecha por el artista, que en la tradición de los dibujantes etnográficos dibuja las diferentes salas del Museo de las Américas de San Juan, Puerto Rico, incluyendo la salas del Indio en América, de Nuestra Herencia Africana, de Artes Populares y Folklor, y de Conquista y Colonización, cuestionando el contenido ideológico de las mismas.
Felipe Mujica (Chile 1974, vive en Nueva York) retoma el lenguaje de la abstracción geométrica latinoamericana para re-significarlo, en este caso creando cortinas que funcionan como paredes móviles. De igual manera en una serie de serigrafías recrea y retoma las gráficas encontradas en dos libros: el primer libro (encontrado en la calle) es básicamente una defensa a la experimentación sensorial, a través del consumo de LSD y otras drogas, publicado en Estados Unidos en el año 1968; el otro (regalo de un familiar), es un libro sobre afiches político-sociales realizados en Chile en la misma época, a fines de los 60 y comienzos de los 70. A primera vista ambos contextos son diametralmente opuestas sin embargo comparten el quiebre histórico del periodo y por ende la base de platearse como vías alternativas, ya sea a través de una consciente decisión de relacionarse con el entorno y las personas de manera experimental (una búsqueda colectiva de auto-conocimiento) o a través de un programa político de transformación social (una búsqueda colectiva de mayor equidad). Las serigrafías entonces presentan nuevas lecturas a estos referentes, creando imágenes en un estado congelado, entre una imagen que quiere ser algo nuevo, y una imagen suspendida en su propia historia.
El trabajo de Eduardo Consuegra (Colombia 1974, vive en Los Angeles) encuentra su paralelo en el capítulo ‘Del Buen Salvaje al Subdesarrollado’ que aparece en el libro ‘Para leer el Pato Donald: Comunicación de masa y colonialismo’ de 1972 escrito por el argentino-chileno Ariel Dorfman y el belga Armand Mattelar y donde se presenta el argumento de la colonización mental de la América Latina a través de los medios de comunicación. Consuegra presenta dos collages construidos de fragmentos de anuncios de revistas de los setentas, donde combina los deseos por los objetos de consumo internacionales y las realidades de los productos accesibles en el mercado en ese entonces, donde las economías pre-globalizadas eran cerradas para proteger los mercados y la producción local. Los reflejos generado por el vidrio y el fondo negro de las obras, reflejan e integran al espectador dentro de esta, desfigurando la imagen y haciéndolo parte de este juego de deseos.
Runo Lagomarsino (Suecia 1977, vive en Sao Paulo) presenta un video y material que documenta la acción donde el artista junto con su padre, ciudadano Argentino exiliado en Suecia durante la dictadura, visita el monumento en construido en homenaje a Cristóbal Colón y titulado ‘El nacimiento del Hombre Nuevo’, y que es más conocido como ‘El Huevo de Colón;. El monumento, obra del artista ruso Zurab Tsereteli, fue construido como parte de la Expo Sevilla (1992) que celebraba los 500 años del “descubrimiento” de América, y se encuentra actualmente abandonado.
Para la obra Lagomarsino compró 12 huevos ‘normales’ en Buenos Aires y los transportó ilegalmente a Sevilla, cuidadosamente empacados. En Sevilla se encontró con su padre papá, y juntos tiraron los huevos al monumento de Cristóbal Colón, una
acción a la vez patética, gloriosa y reivindicadora.
*Agradecemos a Pablo León de la Barra y Galería Travesía Cuatro por este documento