Texto de sala de la exposición Suwon Lee” “The Darkness of Light”
Galería Fernando Pradilla
Madrid, España
La oscuridad de la noche se despliega como un inmenso telón acribillado por minúsculos fuegos estelares. Éstos se encienden como linternas en el crepúsculo y aumentan de tamaño y de número mientras, abajo, la tierra le va dando la espalda al sol. Empieza el momento del día en el que el ojo humano puede contemplar las estrellas sin cegarse. Del otro lado del planeta, el sol borra la presencia de cualquier otra fuente de luz. Esta única luz y sus sombras son las que ejercen el orden del espacio y del tiempo: la primera manecilla del primer reloj es la sombra que cruza la tierra. Al igual que el bien y el mal, la vida y la muerte o el ruido y el silencio; la luz y la sombra en su constante encuentro parecen ser las generadoras de la energía que hace girar la moneda de las que son cara y cruz.
Al mostrarnos los delicados flujos, las pequeñas concesiones que se dan entre estos contrarios, las obras de Suwon Lee nos acercan a los límites de nuestra percepción, cerca de donde todo empieza . Capturan momentos de contemplación en lugares aislados bajo el cosmos, lejos del mundo actual y su eufórica ansiedad. Nos colocan nuevamente sobre la tierra creadora, de la que somos solo parte, personajes secundarios de una obra cuyo final no conoceremos. Esta realidad física y espiritual no se reduce en un fatalismo ciego. Por el contrario, al mostrar los límites del cuerpo, la mente crea su propio terreno, fértil y honesto. Suwon Lee pasea por esos pequeños límites, toca los contrarios, crea pausas en el tiempo.
Los terrenos fotografiados podrían remontarse a la prehistoria. Son paisajes de apariencia atemporal, casi permanentes. Habrán visto el nacimiento de la humanidad, al hombre intentando leer por primera vez, las estrellas. Aunque alguna de estas fotografías nos muestre características específicas de un lugar, Suwon Lee no detalla los nombres o las coordenadas de cada terreno. Estamos en varios entornos a la vez, o por el contrario, podríamos estar siempre en un no-lugar. Es el manejo personal del tiempo, lo que nos hace sentir que estuvimos en el mismo “momento” en cada espacio en particular, un lugar inventado para ese instante.
Los paisajes de Suwon Lee suelen ser nítidos, casi inmóviles, mientras que la luz se abre lentamente, cambiando de intensidad, expandiéndose según la exposición de la cámara. El aparente movimiento de las estrellas nos lleva a una realidad primigenia: son ellas las que giran alrededor de la tierra. Solo hacen falta unos segundos o unos pocos minutos para fijar esas luces inestables sobre un entorno que permanece estoico, desde la noche de los tiempos. Pero lejos de dejarnos frente a un paisaje permanente, nos coloca frente a nuestra propia impermanencia. Las realidades de Suwon Lee nos muestran las siempre cambiantes coordenadas del tiempo. Después de detenernos brevemente en el centro del universo, el reloj vuelve a tomar curso, esta vez sabiendo, que en la dirección que sea, el tiempo no va a nuestro encuentro.
Como marionetas ensoñadoras atadas a las constelaciones por la noche y obreros cegados por el sol durante el día, gravitamos inadvertidos en la Vía Láctea. Las fotografías de Suwon Lee tienen la capacidad de hacernos mirar el paisaje desde esta perspectiva, sin la perturbación de nuestra propia presencia; nos desarman de juicios y de valores, se reflejan en nuestras pupilas y nos ubican en el universo diario al que hemos sido entregados.
Antoine Henry-Jonquères, 2013
Agradecemos a Suwon Lee por el texto y las imágenes
*Todas las imágenes de Suwon Lee
Agra