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Umbrales de la Museología de Felix Suazo. Por Gabriela Olivo de Alba

“Cámara de Maravillas”, así se titula uno de los dibujos de “Umbrales de la Museología” libro de Félix Suazo, ilustrado con apuntes de algunos sus trabajos museísticos. Fue bautizado -con flores cortadas por Lucía Zavarce Martínez- hoy, sábado 4 de mayo, en la librería Kalathos en Los Galpones, en Caracas.

Estudio para “Cámara de maravillas”: El desván del anticuario, Caracas, 2004. Cortesía Felix Suazo

Hojeándolo, durante el bautizo, inevitablemente recordé mi primer contacto con Suazo cuando acudí a la convocatoria para el “Curso de Formación Curatorial y Crítica de Arte” coordinado por él en las instalaciones del Ateneo de Caracas, todavía sintiéndome recién llegada, en mi primera etapa como agregada cultural de México en Venezuela. Desde la primera sesión en la que Félix expuso los propósitos del curso y equiparó el trabajo del curador contemporáneo con el de un director teatral y el montaje en el museo como una puesta en escena, me sentí identificada con él.

Más que un curso esa experiencia, 1996-1997, representó para muchos de nosotros el inicio de una amistad que ha perdurado y nos ha enriquecido con los años. Una de las compañeras de curso era Nancy Farfán -quien conoció ahí a Félix; formábamos un grupo heterogéneo, variopinto, en el que compartíamos tanto coleccionistas como Valentina Oberto, gente joven que se iniciaba profesionalmente, como el caso de Indira Aguilera, y algunos como yo, formados en literatura y artes escénicas. En el curso, estructurado en módulos, contamos con ponentes de primera línea, entre ellos, Roldán Esteva Grillet; María Elena Ramos, María Luz Cárdenas… y siempre con la atenta guía de Félix , generoso escucha.

De una asesoría con Félix, una charla que acordamos un sábado por la mañana en una cafetería panadería en Altamira Sur, surgió “Curando Amnesias” un proyecto de exposición que esbocé y que no llegó a concretarse en un espacio museístico pero que, a cambió, se convirtió en el eje conceptual de buena parte de mi trabajo escritural, peformativo y visual.

Durante mi permanencia en Venezuela seguí varias de sus exposiciones; sus textos y los de sus compañeros co-curadores en “El mirar de la mirada”; el “(sano) oficio de curar” y otros publicados en El Nacional y ArtNexus. De tanto en tanto nos reuníamos con amigos comunes, Fina Wiitz, Miguel Posani, David Palacios, Perán y Marisa Erminy a brindar con mezcal o con tequila en la terraza de mi apartamento, mirando la Plaza de Altamira.

Estando yo de regreso en México, aprovechamos una breve visita suya a mi país para ponernos al día, le mostré un video de “No me llores más” – mi autofuneral- y él me obsequió un compendio de ensayos suyos: “A diestra y siniestra”. Por él conocí a Gerardo Zavarce, ahora cómplice en otros muchos proyectos.

Cuando regresé a Caracas, en el 2008, visité por primera vez EL ANEXO, la modesta galería en San Bernardino, para la inauguración de “Tres poemas, tres lecciones de joropo y un traje militar” de Juan Carlos Rodríguez: el paño con huellas de chimó mascado y el video de Juan Carlos me trasladaron al Alto Apure… y me sentí cimbrada.

Fueron la pareja Suazo/Farfán quienes me convidaron a integrarme al grupo de poepanas (amigos lectores de poesía) en una memorable velada en casa de Solveig Hoogesteijn. Fue él quien me animó a elegir como tesis de mi trabajo de maestría el tema de la “Ritualidad y Representación en Armando Reverón”; quién me ayudó a dar forma en el espacio de EL ANEXO a “Mesa ser-vida”; quien halló el mejor dispositivo para el montaje de “l@s hij@s de la madre patria” en la exposición colectiva “El Quinquenio”; y quien dio cabida al diálogo México – Venezuela con Salvador Mendiola y Adela Hernández.
Gracias, Félix.

Gabriela Olivo de Alba, 2013

Agradecemos a Gabriela Olivo de Alba por el texto y a Felix Suazo por la imagen

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