El arte habita en lo imposible, en tanto lo posible es solo una noción cultural. Filosofar a martillazos, o deconstruir, o desmantelar, o desmontar, en todo caso siempre es un ejercicio con el poder; una vuelta de tuerca inesperada a lo imprevisible. Lo insólito y el arte tienen una estrecha relación debido a que el arte, que es un acontecimiento, sucede a través de lo imprevisible o señalándolo; y al señalarlo lo construye. Las expectativas nos aplastan coartando nuestra capacidad de relación con lo real. Impera un entumecimiento social provocado por el aturdimiento, callosidades de paradigmas que oprimen e inhiben la libertad y la existencia. La represión es patente en cada gesto cotidiano. Aún aquellas formas que intentan subvertir, lo hacen dentro de una serie de imposiciones.
El alma es la cárcel del cuerpo dirían Althusser y Foucault. A los despreciadores del cuerpo les habla Zarathustra “el despierto, el sapiente, dice: cuerpo soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa; y alma es sólo una palabra para designar algo en el cuerpo.” Es el cuerpo al mismo tiempo justamente el primer objetivo del poder, que se vale de la homogenización para controlar los cuerpos y las conductas, por lo que la subjetividad queda vaciada y el individuo se difumina tanto que desaparece, rebajado a masa. Cuerpos deshabitados, donados a los estereotipos para su persistencia, vulnerados por el miedo.
El arte también se relaciona con la duda, la reflexión y el ejercicio de pensar, así como con el ejercicio de enfrentar el miedo, a sabiendas de la angustia que vendrá como consecuencia de estas acciones. Su objetivo es generar realidad desestabilizando la noción de realidad hegemónica.
La represión se efectúa sobre los cuerpos a través del miedo, el arte exige una confrontación con el miedo, en esta acción se está ejecutando el primer movimiento de la libertad: la emancipación, que inicia al empezar a considerar la posibilidad de disponer de la capacidad de enfrentar ese miedo. La ambición de autonomía alcanza su objetivo cuando definitivamente se sobrepone al miedo sin negarlo, para luego, materializar una voluntad. Este hecho empodera al individuo, le devuelve su potencia, su vitalidad, su sentido.
Para lograr subvertir la enajenación hay que saber que esto no se trata de los poderosos enajenando a la masa, los poderosos están profundamente alienados y están siendo víctimas del sistema que tanto se empeñan en sostener. Los poderosos no son libres. “el carcelero se creía libre porque cerraba la reja” dice con puntualidad el poeta Rafael Cadenas. El juego del poder es desquiciado. En la ciudades latinoamericanas estamos condenados a muertes violentas y prematuras incluso antes de nacer y nuestra efímera vida queda reducida a eventos de paranoia y estrés, entre un hecho violento y otro. Ante tanta crueldad y corrupción ¿qué sentido puede tener el arte que no sea la dislocación de todas las previsiones, de todas las nociones estables de normalidad o vida? Se precisa una aberración, un error del control de calidad, un error del sistema, un fallo en el plan.
Érika Ordosgoitti
2014
Erika escribió este texto para la exposición individual que inaugura el 15 de agosto, 2014 en El Parche (Bogotá) como parte del trabajo realizado durante una residencia artística con el programa Plataforma Exterior de Oficina #1, que ha venido desarrollando desde mediados de julio del presente año.
Érika Ordosgoitti. Error del control de calidad
Inauguración: 15 de agosto de 2014, 7:00pm
El Parche Artist Residency. Cr.9 #22-87, Bogotá, Colombia
Gracias a Erika Ordosgoitti por el texto y las imágenes.
Inauguración: 15 de agosto de 2014, 7:00pm
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