VASCO SZINETAR: CARACAS POSTCARDS

Víctor Guédez

 

 

Luego de varios años sin exponer, Vasco Szinetar ofrece, en la Galería Espacio Zero, un amplio e impactante registro sobre la crisis humanitaria en Venezuela. El desamparo, la degradación, la decadencia y el desarraigo son abordados con una inteligente y sensible fotografía. No se trata de precariedades y menesterosidades convertidas ya en triviales por la reiterada documentación que ya se ha hecho, y mucho menos podría pensarse en abordajes panfletarios y efectistas de una realidad que se hace dramática desde las instancias más formales. Más bien, su aproximación es hacia la hondura más profunda del ser humano, es decir, se trata de capturar lo que se vive adentro y de lo que no se puede disimular hacia afuera. Por eso su foco se pone en las personas extraviadas que ejercen su mirada hacia un vacío que revela soledad y se manifiesta con silencio. Cada uno de ellos encarna la sentencia del poeta Valéry: La mirada más profunda es la que se hace hacia el vacío.

 

 

La sensación que estos seres transmiten es la de quienes se esconden dentro de sí mismos por no poder hacerlo en otro lugar y, además, ellos están incapacitados para percibir a las personas causantes que están escondidas de sí mismas para huirles a sus propias consciencias. No es igual estar escondidos dentro de sí mismos a estar escondidos de sí mismos, ya que los primeros son, generalmente, víctimas, mientras que los segundos son comprobadamente victimarios.

 

 

 

Los aportes que Szinetar concreta en esta muestra son varios. Por una parte, logra que sus imágenes vayan directamente al alma de los espectadores sin trastocar la instancia retinal de la percepción. Esto significa que ellas producen conmoción espiritual sin generar rechazo retinal. Son fotos que se tienen que ver, más allá del dolor que producen, porque envuelve a sus personajes en unas atmósferas contextuales que convocan el recuerdo de algo que antes era distinto. Además, se transmite una desolación que reclama la curiosa intriga de una realidad fantasmal que, de tanto ser vista, desaparece cuando la captamos cotidianamente. En la deriva de estas exigencias, puede notarse también que, a diferencia de lo que caracteriza su trabajo, aquí no ejerce la incriminación de la cámara y adopta las distancias requeridas para que su presencia sea inadvertida. Aquí cabe parafrasear la curiosa advertencia de Karl Kraus: cuanto más lejos se mira una imagen triste, ella nos mira más de cerca.

 

 

Al hilo de lo planteado procede subrayar que esta exhibición nos demuestra la brecha que existe entre “tomar fotografías” y “hacer fotografías”. Desde la primera perspectiva se ejerce la impronta de captar imágenes sin atender a exigencias de propósito, concepto o fundamento. Es el simple ejercicio de la curiosidad y  la receptividad ante un dato de cierto interés. Por el contrario, cuando se hace fotografía no se obedece a la cámara, ni al ojo del fotógrafo, más bien se atiende al ojo que está detrás del ojo del fotógrafo, en tanto que el ejercicio de la toma encuentra el asidero fundamental en sus creencias, pensamientos y sentimientos. Por eso, en este caso se busca, se indaga y se perfila el esfuerzo de una vivencia estética que va más allá de la frivolidad referencial de una documentación circunstancial.

 

Con esta serie, no solo se denuncia una realidad, sino que también se reclama la sensibilidad ante situaciones inadmisibles. Esta denuncia y este reclamo culminan con una exhortación para superar esta tragedia de horror. Es imposible omitir que se trata de una exposición valiente en tanto que el artista se juega su propia seguridad a causa de compartir un testimonio de indignación y de plena identificación con los principios que sustentan la dignidad humana..-

 

Víctor Guédez

 

 

Imágenes cortesía de Vasco Szinetar

 

 

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