Enterradas en luz. Adriana Genel

Por torojones (Pedro Marrero)

@torojones

 

La primera vez que escribí sobre el trabajo de Adriana fue en 2013, cuando expuso en la galería Carmen Araujo Arte “Además de Silencio”. No nos conocíamos ni ella me pidió colaboración alguna, simplemente fue una respuesta espontánea que tuve a sus obras. Por amigos en común mi texto le llegó a Adriana y ella inmediatamente se sintió identificada con él, ya que rescataba la importancia de la palabra entre la materia de sus ensambles. En 2018 acompañé a Adriana, Angyvir Padilla y Paula Mercado con mis textos para su triple residencia artística en la Macolla Creativa, cuando Adriana ensambló sus collages de interiores de La Pastora sobre los vidrios de la ventana de la sala de exposición enmarcándonos en una reflexión site-specific, remitiéndonos a la historia registrada y fabulada de la antigua parroquia caraqueña.

Cuando Adriana me contó que quería tener una vez más un texto mío para acompañar su exposición en la librería de la Sala Mendoza, la palabra, la veladura y la demarcación habían adquirido otra profundidad en su trabajo, reformulado en estos dispositivos expositivos de acrílico, y si bien, Adriana me pidió hacer énfasis en la palabra, el desdoblamiento del collage en discurso y material a lo largo de su tránsito en la historia del arte, hizo necesario revisitar dos gestos y motivos referenciales de la modernidad y contemporaneidad: la deconstrucción de la palabra impresa en Scwhitters y la incorporación del espacio-concepto en el cuadro por Lucio Fontana. Esos elementos contribuyeron a la naturaleza híbrida y fragmentaria del texto que resultó.

 
  1. La punción del plano y el develamiento de la hondura subyacente en cualquier turgencia constituyeron el gesto heroico por el que el artista argentino Lucio Fontana se convirtió en una referencia obligada de la modernidad. El gesto agresivo y performativo de Fontana se convierte en minucioso rumio del papel parlante en Adriana Genel.
 
  1. Adoptado por los founding fathers del cubismo, Picasso y Braque, el collage se convirtió en el vehículo por excelencia de los dadaístas con el impulso de Kurt Schwitters.
 
Pero dadá no significa nada. Schwitters llamó a sus collages “Merz” y en sus títulos sugería a los oídos ensordecidos por los alaridos de Hugo Ball que había un sentido concentrado como una perla anidando entre sus recortes. Schwitters frecuentemente otorga en la materia un lugar privilegiado para la palabra o su fragmento, como una promesa o recordatorio de la razón que anhelamos suscritos a la utopía del lenguaje, en medio de tiempos convulsos. Adriana Genel parece recoger muy a su manera este germen, volcada de lleno en la “letra pequeña” de los libros, la cantera principal para sus collages.
 
  1. (En las dos oportunidades anteriores en las que escribí alrededor de la obra de Adriana Genel, tuve que recurrir al naufragio como imagen poética.)
 
  1. Cada caja una palabra, o dos, espalda contra espalda. Acaso una frase escueta (desembarazada de sentido), y por escueta resonante. Oráculo de una sola palabra. Cada cual loco por un tema. Mancha de Rorschach textual.
 
La hojilla delinea, enmarca y destaca la cifra elegida. Cubre con un velo semiopaco lo que le sobra a esa cifra, lo que le arrancaría su encantamiento disolviéndola en discurso. La disposición de las disecciones resultantes evoca el microclima de un vivario, fascinante en sus accidentes y respondiendo a su propio orden.
 
  1. Para mí, el collage más elocuente es el que ha sido compuesto a partir de fragmentos al menos parcialmente reconocibles. Algo que sugiere que fue parte de una totalidad identificable que hoy se recompone en un perro cacri, testimonio triunfal de una destrucción, como este subcontinente náufrago.
 
  1. Evidentemente, a Adriana no le interesa el collage solo en tanto técnica y tradición plástica. Su proceso de trabajo estaría emparentado con el cut-up de William Burroughs y la poesía encontrada de Austin Kleon. Poniéndonos necios, podemos leer un signo de esa filiación anglosajona en el hecho de que las palabras levantadas por Adriana sean del inglés.
 
  1. Sugestivos recortes de papel impreso; líneas, franjas de texto que esperamos secretamente nos digan algo.
 
Ocultamientos, veladuras, omisiones y delimitaciones. El solo hecho de estar oculto (concealed) sugiere sacralidad y enloquece de curiosidad al hermeneuta, devenido en fetichista.

 

 

La exposición Enterradas en luz* de Adriana Genel se exhibe en Sala Mendoza, Universidad Metropolitana, Caracas.

 

torojones (Pedro Marrero) Caracas, 1984. Cursé estudios en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. Mis principales herramientas el dibujo y la palabra. Mi exploración de la figura humana gira en torno a los cuerpos indóciles al cuestionamiento de la fiscalización sobre el género, la urbanidad y la salud, lo que Michel Foucault llama control sobre el cuerpo. Intento generar un ámbito en el que reinen la pluralidad, la animalidad, la sexualidad y a disfuncionalidad que nos pulsan debajo de las ficciones y pretensiones de la especie. Mis querencias teóricas más habituales están entre la crip theory, que propone asumir la(s) “discapacidad(es)” desde una posición identitaria y contestataria y el psicoanálisis en su vertiente Junguiana, que identifica en nuestros complejos un sustrato mítico que, a mi entender, refleja nuestra incapacidad para imaginar otra condición humana que la corporal y antropomorfa.  En palabras del antropólogo y sociólogo francés David Le Breton: “la condición humana es una condición corporal.” Biografía de La ONG

 

 

 

 

 

 

Agradecimientos a Pedro Marrero y Adriana Genel. Imágenes de Ricardo Sánchez

 

 

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