TRAFICO VISUAL: UN DESAFÍO A LA DESMEMORIA

Por Aixa Sánchez

 

Foro con Ana María Montenegro curadora de “Instancias”y Alejandro Martín Director artístico del 45SNA.

Imagen cortesía de Lucía Pizzani

 

Venezuela es uno de los países con peor conexión a internet del mundo. Con un promedio de 1,8 mb por segundo en 2018 -según un informe reciente de YPIS Venezuela-, por contradictorio que parezca, en los últimos años han surgido y desarrollado un importante número de medios digitales que se han dado a la tarea de convertirse en la más importante y novedosa opción informativa en una Nación en la que es política de Estado limitar la libertad de expresión e información. En un contexto de altísimos riesgos personales, el periodismo venezolano vive un momento luminoso en el que se dan cita calidad periodística e innovación tecnológica.

Sin embargo, más que por un apetito de actualización de recursos técnicos, en un contexto donde no hay ni la infraestructura ni los recursos para ello, el vertiginoso desarrollo de los medios digitales del país, así como el uso y consumo masivo de las redes sociales ha respondido a la necesidad de la sociedad venezolana de obtener información por fuera de los relatos oficiales y las diferentes formas de censura que allí operan.
Bajo una perspectiva análoga, podría decirse que también como una respuesta, pero a las numerosas y diversas carencias del campo del arte en Venezuela, es que surge en el año 2009 Tráfico Visual. Si bien su origen está vinculado a la oferta del servicio del live streaming -cuando aún no existían las herramientas de la actualidad-, paulatinamente pasó de transmitir eventos en vivo y alojarlos para el consumo diferido, a identificarse como el espacio informativo del arte contemporáneo en Venezuela.

Como proyecto en solitario, desarrollado por su creadora Ileana Ramírez, sin apoyos logísticos ni recursos financieros, sus diez años de obstinada continuidad permiten no solo posicionar a Tráfico Visual como el único referente orientado a informar sobre lo que acontece en la escena del arte en nuestro país sino también para verificar las condiciones como operan muchas de las iniciativas privadas e independientes que aún sobreviven a una crisis, cuyos alcances son impredecibles.

Estas circunstancias resultan relevantes para la interpretación de la misión, orientación y funcionamiento de esta plataforma, ya que permiten entender la flexibilidad con la que Tráfico Visual ha ido adaptando sus estrategias comunicaciones en función de las posibilidades propias y del entorno. En este sentido, podría decirse que, por una parte, Tráfico Visual es un espacio generador de contenidos propios -audiovisuales, textuales, fotográficos e incluso eventos- producidos por su directora o por un grupo de generosos colaboradores ad honorem. Pero también es un importante centro de acopio y distribución de información de terceros: notas de prensa, textos curatoriales de exposiciones, artículos publicados en otros medios, invitaciones a exposiciones y eventos, reposteos de artistas. Y finalmente, desde sus redes sociales es un espacio de conexión con sus seguidores, más próximo y efímero, a través de los fragmentos del mundo que registra en sus recorridos.

En un momento en el que el fenómeno de la diáspora producido por la crisis económica y política que vive el país es una de las principales problemáticas que enfrenta la sociedad venezolana, cobra especial relevancia el trabajo que ha emprendido Tráfico Visual en rastrear, replicar y asentar la producción de los artistas venezolanos dentro y fuera del territorio. Podría decirse entonces que tratando una vez más de responder a las circunstancias de nuestro contexto, Tráfico Visual se ha convertido en el lugar de encuentro del arte producido por un grupo de connacionales llamados a conformar una escena del arte cada vez más difícil de perfilar y configurar.

Sin embargo, si alguna certeza es posible ahora es que Tráfico Visual se ha convertido en el mayor archivo con el que cuenta la historia reciente del arte contemporáneo venezolano. En un período que se ha caracterizado por la carencia de publicaciones, por la hoja de sala como documento único, en tanto dispositivo para una memoria colectiva del arte Tráfico Visual es la posibilidad más efectiva de acceder a una data centralizada que permita reconfigurar los relatos por venir, de ser un repositorio para el futuro.

Aixa Sánchez

 

Aixa Sánchez es periodista, editora, gestora e investigadora de arte contemporáneo en Venezuela. Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas) ha realizado estudios de especialización en Museología (Universidad Central de Venezuela) y de maestría en Estudios Literarios (UCV). Fue Directora Ejecutiva de la Sala Mendoza (2002–2010) y Directora Asociada de Oficina #1 (2011–2015). Se desempeñó como investigadora en el Museo Alejandro Otero (2000–2002) y jefe de redacción de la Revista Estilo (1992–1999). Fue co-editora del libro “Sala Mendoza.1956-2001. 45 años de arte contemporáneo en Venezuela” (2001–2002), entre otras actividades y proyectos.

 

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