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Abstracciones Territoriales, Cartografías, Mapas y Fósiles: Los Ur-fenómenos de Eduardo Vargas Rico

Elizabeth Marín Hernández

 

«El ur-fenómeno (…) es el caso típico más puro de una relación, combinación o desarrollo de la existencia natural; (…), por un lado es algo diferente del fenómeno habitual, que tiende a mostrar esta forma fundamental en la apariencia de borrosas mezclas y difracciones. Y sin embargo, por el otro, es precisamente algo que aparece, tal vez que se da sólo como espectáculo intelectual, pero, a veces, realmente –se exhibe desnudo ante los ojos del observador atento–»

Georg Simmel: Goethe, 1918

 

La presencia de abstracciones territoriales, cartografías, mapas y fósiles configuran en la actualidad de las expresiones artísticas un nuevo posicionamiento surgido desde el particular término de lo geográfico, entendido no en tanto la disciplina de la geofísica sino “(…) como un modo distinto de organizar el conocimiento en fundición de la manera en que lo natural, lo social y lo cultural quedan relacionados entre sí.”(Guasch, 2016: 161). Modo que recurre a la exterioridad de otros tiempos de visualización de formas representacionales, que escapan de las ataduras del arte que ha centrado parte de su formación discursiva en el distintivo modelo del paisaje o del conferir sentido a la naturaleza próxima.

Un modelo, el del paisaje, entendido en la representación “de una pretendida intención de «veracidad», formas dotadas de «personalidad», signos de una realidad natural, como búsqueda ontológica. Se resumen así las ideas (…) como formas designadoras del «alma del paisaje», búsqueda inmediata y primordial de la pintura y el arte (…)” (Pedro de, 1987: 126) determinada en lo cercano y lo objetivo de una territorialidad específica.

Búsqueda, que no es rechazada sino apropiada por una girada representación de un nuevo paisaje, convencido de su realidad y contigüidad, de saberse un hecho documental, que va a ser tamizado por otros tipos de conceptualizaciones interpretativas, que unen a la historia que se nos ha acuñado como natural con la necesidad de atraparla, de nuevo, mediante herramientas racionales de discernimiento sobre lo que nos rodea, o de dónde nos encontramos como construcción intelectual y social.

De allí, que entren en juego otras formas de visualización de paisajes o de las modulaciones representacionales del mismo, capacitadas para conducirnos a otras experiencias que entran de lleno en un cuerpo de ‘instrucción visual’ determinado, no sólo por la apropiación del paisajismo, de lo geográfico o de lo cartográfico, conocido por todos, sino que, al mismo tiempo desbordan sus categorías como estudio de la tierra, de los entornos, en todas sus dimensiones, dentro del juego de lo natural y de lo histórico, de lo efectivo y de lo afectivo.

Campos en los que lo social pareciera ubicarse sobre lo natural, en medio de relaciones que pueden ser desmanteladas a través de la maniobra de colocación de pares significantes que dependen de un código, en este caso: arte/paisaje, arte/ciencias de la tierra, arte/geografía, arte/cartografía, arte/fósil, que al unirse presentan un poder crítico, en el sentido de una nueva independencia con respecto a los referentes que los configuran operando a partir de ellos una fuerza distinta en el objeto que se nos presenta.

Un objeto que porta y traslada dentro de sí mismo las consideraciones de lo natural y lo histórico, con las que reconfigura la determinante relación del arte y de sus representaciones en tanto ur-fenómenos, comprendidos como “constelaciones históricas-filosóficas, es decir que el conjunto que los hechos formaban con su significado podían ser mejor representadas «por una imagen (…)»” (Catalá, 2005: 669).

Imagen, que convertida en hecho artístico expresa a través de sí misma una serie de consideraciones definidas en la territorialidad como modo de visualización y de conceptualización. Modo que ha operado en diversas dimensiones como categoría estética, como abstracción geográfica o cartográfica, como lugar de extensiones espaciales e informacionales, sin dejar de lado las construcciones mitográficas sobre un espacio atrapado en formas fósiles de definición, en las que el paisaje no actúa como el «alma» del mismo o como búsqueda primordial, sino como “un mundo de objetos (…) fósiles, como la huella de una historia viviente que puede ser leída desde la superficie de los objetos sobrevivientes, (…)” (Buck-Morss,1995: 73).

 

Los Ur-fenómenos de Eduardo Vargas Rico

Las huellas de una historia viviente, la de nuestro paisaje, son conducidas por Eduardo Vargas Rico (Barquisimeto-Lara, 1991- ) a otro rango de lectura, a partir de la expresión de una racionalidad centrada en lo geográfico y en la Ciencias de la Tierra como estrategias, con las cuales descubrir y desprender diversas capas discursivas, no solo artísticas, visuales sino también teóricas, en tanto a formas de enunciación sobrevivientes de nuestra historia de sentido.

Estrategias con las que, el artista, atrapa de nuevo la definición del paisaje visto desde la construcción de un conocimiento basado en mapas, fotografías, textos o gráficos de imágenes específicas, en las que encuentra una ‘instrucción visual’ conocida por todos y que, intencionadamente, carga de otros conceptos al apropiarse del objeto central de la disciplina geográfica: el paisaje.

Paisaje, entendido desde posiciones en las que el mismo se define como:

(…) un complejo de imágenes que el geógrafo disocia para hacer inteligibles” (…), el paisaje es esencialmente todo lo visible, “todo aquello que abarca la visión” (…). El paisaje, en efecto, se construye en torno a la experiencia visual ya sea vía descripción o explicación pues constituye la “forma de apariencia aprehensible a los ojos” (…). Entonces, ante un paisaje ¿todos veríamos lo mismo? (…), el paisaje es la forma aprehensible a los ojos, pero… a los ojos de los turistas, de los activistas locales, de los nacionalistas, etc. Es decir, los paisajes captados y construidos se complejizan si incorporamos la pregunta de qué actores sociales han mirado ese paisaje. (Hollman, 2008: 5)

Es en el campo de los actores sociales, que han construido el paisaje donde la mirada de Vargas Rico penetra y realiza su interpretación, no solo de la herencia paisajística del arte, sino también de la ‘instrucción visual’ de una ciencia escolarizada, que nos ubica en un territorio, que de igual manera ha marcado nuestras concepciones espaciales, definiciones y complejidades dentro de una geografía y un paisaje que nos apabulla, que se resuelve en imágenes de “«pequeños, particulares momentos» concretos en los que «el acontecimiento histórico total» podía ser descubierto, el perceptible ur-fenómeno (…) en el que podían hallarse los orígenes del presente.” (Buck-Morss, Ob. cit.: 89).

Un presente que aún no cuestiona la presencia atávica, telúrica de la naturaleza que nos envuelve y que el artista fosiliza en su particular morfología, en tanto concepto ubicado como tierra, como terreno fragmentado, recortado y extraído de un territorio desdefinido en la enormidad de su naturaleza. Vargas Rico atrapa a esa enormidad en la formulación de la tierra que subyace como el sedimento de ambiguas definiciones plasmadas en lo ‘Latinoamericano’, tal como lo hace visible en ‘S/T. Arte Latinoamericano Actual’ (2019-2020). (Img.1)

Img.1. Eduardo Vargas Rico: ‘S/T. Arte Latinoamericano Actual’, 2019-2020

(Mixta/ensamblaje. Cubiertas de catálogo Arte Latinoamericano Actual/Fragmentos de tierras)

(Cortesía del artista)

 

Obra que expresa su calidad de ur-fenómeno al revelar cómo lo ‘Latinoamericano’ amparado bajo esa naturaleza desbordante se encuentra “a medio camino entre física y metafísica (…) de un paisaje cuya regla es el exceso, selva, desierto, pampa, cordillera o sertǎo (…) Es la preeminencia de la naturaleza, hecha una con la fantasía, en cuyo desborde se recortan con el temblor y lo baladí las figuras de lo humano y su ajetreo. Naturaleza fabulada: (…) hallazgo y asombro (…) en el ejercicio de habitar estas latitudes.” (Oyarzun, 2011: 97-98).

Vargas Rico construye una nueva definición de esa naturaleza, al generar un objeto que abre al territorio, en el sentido de terreno, de cimiento de lo natural y de lo conceptual definitorio. Qué hay bajo esa desmesurada naturaleza que se expande en la portada del catálogo apropiado por el artista. Qué narrativas fosiliza en la utilización de los fragmentos de tierras sobre los que coloca la idealizada generación de formas ficcionales, cartográficas, como sin fronteras o arte latinoamericano.

Un cuestionamiento capacitado para observar, no solo un conocimiento geográfico instruido, sino también para formular como éste, desde campos como el del arte, se empeña en deslimitar sus lugares de estudio en el momento en el que los mapas carecen de líneas limítrofes, fronterizas, o de las enunciaciones socioculturales determinantes de las territorialidades.

Un hecho que pretende, fijar

(…) universalmente lo que sería la naturaleza propia e insobornable de una región cultural, (…) es la idea de que sería posible reducir a la univocidad de un principio común e identitario algo que en verdad tiene más cariz de diversidad y de dispersión que de homogeneidad o estrecho parentesco. Intentarlo equivale tanto como a allanar los contrastes de la accidentada geografía del continente, o de la vasta variedad de estilos, usos y tradiciones de los pueblos que en él medran. (Oyarzun, Ob. cit.: 99)

‘S/T. Arte Latinoamericano Actual’, presenta dentro sí misma, como obra, una multiplicidad de reflexiones en las que el artista vacía su preocupación y conocimiento sobre lo que significa un territorio de comprensión como el paisaje,  determinado en un histórico, imposible de mantener: el de la naturaleza, como lugar común, ya no visto en el «alma del paisaje», sino en la estratégica acción conducida por el artista en la que la aplicación de un ur-fenómeno, en el que se manifiesta una configuración mnemónica actual, recorre a las formas narrativas y cognoscitivas, que han atrapado al arte del territorio en medio de un paisaje sin accidentes, sin presencia humana. (Img.2)

Paisaje, en el que tratan de aprehenderse formas de una historia que no accede por completo a los históricos socioculturales, ni a los modos de visualización geográficos, sino que son asumidas desde los “(…) ur-fenómenos no –pensados como  (…) símbolos en el sentido de las analogías poéticas, sino más bien, «símbolos ideales» (…)” (Buck-Morss, Ob. cit.: 89.) (Las cursivas son nuestras), en los que el artista escudriña, para con ello generar los propios, desde una objetividad consciente de los modos de visualización geográficos a los que se enfrenta.

 

Img.2. Portada: Sin Frontera. Arte Latinoamericano actual, 1996

https://www.iberlibro.com/primera-edicion/Fronteras-Arte-Latinoamericano-Actual-Museo-Artes/12052802839/bd

 

En este sentido, Vargas Rico transita por una personal realización de los ur-fenómenos de tiempos recientes, plenos de símbolos ideales y de frágiles definiciones que no abandonan a lo natural, comprendido como mero sustrato, como tierra a ser atrapada, dentro de abstracciones territoriales que dan paso a ficcionadas cartografías en las que el territorio se reinventa continuamente dentro

(…) de una relación, combinación o desarrollo de la existencia natural;(…), por un lado es algo diferente del fenómeno habitual, que tiende a mostrar esta forma fundamental en la apariencia de borrosas mezclas y difracciones. Y sin embargo, (…) es precisamente algo que aparece, tal vez que se da sólo como espectáculo intelectual, pero, a veces, realmente -se exhibe desnudo ante los ojos del observador atento-” (Simmel, citado por: Buck-Morss, Ob. cit.: 89)

Un espectador, que ya posee la ‘instrucción visual’ dada por las ciencias geográficas y de la tierra conocidas por todos, que sin embargo han sido reinventadas, una y otra vez, y que ahora son tomadas de nuevo por el artista en la necesidad de establecer las narrativas subyacentes a la definición del territorio que muestra ‘S/T. Arte Latinoamericano Actual’ a partir de la imagen elegida para  la portada del catálogo que ha sido apropiada (Img.3).

Definición estable sobre lo latinoamericano, que moviliza, desde el ur-fenómeno operado por el artista, a lo natural desde el arranque mismo de su territorio. No como una formación acumulativa de discursos y narrativas en las que se explayan las explicaciones sobre el territorio y sus expresiones, sino en el dejar a la vista parte de la estructura sobre la que se cimenta esa forma natural en un naturaleza que se complejiza con lo sociocultural. El texto de catálogo, ahora es considerado sedimento de tierra, imposible de ser leído, pues ha devenido en materia fósil, erosionada.

 

Img.3. Eduardo Vargas Rico: ‘S/T. Arte Latinoamericano Actual’, 2019-2020

(Cortesía del artista)

 

Texto convertido en obra, a partir de la aprehensión del paisaje que muestra la ambigüedad de lo construido social y culturalmente y de lo que pudiera ser, aparentemente: naturaleza sin accidente alguno. Muestra de una fragilidad discursiva que evidencia la permanencia de lo natural como inabarcable, de lo natural como ur-fenómeno en presencia, en su necesidad de ser un objeto histórico, capacitado para expresarse “visible -y metafísicamente, como, «auténticas síntesis» su esencia conceptual como procesos” (Buck-Morss, Ob. cit.: 90).

Vargas Rico, conjunta en ‘S/T. Arte Latinoamericano Actual’ la construcción y la evidencia de una historia, la del arte latinoamericano, considerada en medio de lo inabarcable, pues ella surge de la sedimentación de las tierras sin territorio, un ur-fenómeno que extrae relaciones primarias de la Geo, que proceden de un desarrollo histórico, narrativo, supeditado al anclaje de los territorios vistos en diferencia, y al mismo tiempo en unicidad, que solo pueden ser atrapados mediante la visualización de lo que pensamos paisaje dependiente de los actores sociales que así lo delimiten. (Img.4)

 

Img.4. Eduardo Vargas Rico: ‘S/T. Arte Latinoamericano Actual’, 2019-2020

(Cortesía del artista)

 

Una unión entre lo natural y sociocultural, generalmente no percibida en su real dimensión, que solo puede ser abstraída por la mirada del artista que observa a la geografía no solo como ciencia, sino también como espacio de intercambio. En este, último espacio, los ur-fenómenos se expresan como formas históricas definitorias, como hechos concretos, en los que el artista ubica una compleja relación en cuanto a lo que nos define dentro de un vasto territorio, monolítico y contrariamente deslimitado.

Territorio en el que Vargas Rico opera la disección de la naturaleza como sentido, al extraer del texto su basamento de Geo con el objetivo de evitar lo insobornable de la naturaleza de esta región, su mítica telúrica, su proximidad interpretada continuamente, ya que no existe “Ninguna categoría histórica –ni geográfica– sin sustancia natural; ninguna sustancia natural sin su filtro histórico” (Benjamin citado por Buck-Morss, Ob. cit.: 77) (Las cursivas son nuestras).

De aquí, que el artista emprenda la tarea de la generación de sus ur-fenómenos en tanto nuevos referentes, con los que ubica en escena una nueva y girada semántica geográfica en la que es posible hallar otra mirada, atenta, que muestra las contradicciones de las denominaciones o definiciones de la naturaleza que nos desborda dentro de una realidad de sentido que ya no admite reduccionismos fijados en lo inabarcable.

 


Bibliografía

Amor, Mónica (1996): “Imaginando territorios. Reflexiones dispersas sobre el arte en (Latino) América”, en: Sin Frontera. Arte Latinoamericano actual, Caracas, Museo de Bellas Artes.

Buck-Morss, Susan (1995): Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes, Madrid, La Balsa de la Medusa/Visor.

Catalá, Josep M. (2005): La imagen compleja. La fenomenología en la era de la cultura visual, Barcelona, Universitat Autònoma de Barcelona.

Guasch, Anna Maria (2016): El arte en la era de lo global 1989|2015, Madrid, Alianza Forma.

Hollman, Verónica (2007/2008): “Geografía y Cultura Visual: Apuntes para la discusión de una agenda de indagación”, en: Estudio Socioterritoriales, Revista de Geografía, Núm. 7, pp. 120-135.

Oyarzun, Pablo (2011): “Categorías estéticas y puntos de enfoque. La cifra de lo estético: Historia y categorías en el Arte Latinoamericano”, en: Una teoría del arte desde América Latina, José Jiménez (ed.), Madrid, MEIAC/Turner

Pedro de, Antonio (1987): “El Círculo de Bellas Artes de Caracas y Armando Reverón”, en: Cuadernos Hispanoamericanos, Alicante, Núm. 445, julio. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2009, http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcng565

 

Agradecimientos a Elizabeth Marín Hernández

 

 

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