…”un hombre en el exilio siempre es un hombre al acecho, su modo de observación le da, cuando posee la imaginación del escritor y el pensador, la capacidad de “anticiparse a tantas cosas” más allá de la actualidad del momento que está viviendo.
George Didi-Huberman
Lo real es lo que se escapa.
Hugo Palmar
Por Carmen Alicia Di Pasquale
Quizás sea la primera vez que el trabajo de un artista me pone ante el dilema de escoger entre reforzar su discurso o dar claves propias para incitar las lecturas de los visitantes a su muestra. Este dilema surge de una suerte de construcción de zona gris entre el adentro y el afuera —o lo que es lo mismo: entre las formas y modos de la subjetividad y las distintas expresiones de la realidad—, abierta por los temas, las reflexiones y las piezas que reúne Vrijheid van de Gast (Libertad del Huésped).
Este cuerpo de obras de Hugo Palmar apunta hacia una zona de flujo entre la interioridad, que podemos definir como aquel espacio inexistente para los demás, y el mundo en el cual las percepciones son más o menos comunes a partir de un orden normativo que naturaliza lo que en realidad son arbitrariedades morales o epistémicas. Hugo se detiene y nos muestra ese espacio intersticial de varias maneras. Por una parte, él es un emigrante errabundo que ha hecho del tránsito constante, sometido al cumplimiento (o no) de las normas que rigen al extranjero, un modo en el cual la experiencia adquiere su forma. Por otra parte, su trabajo reúne una serie de símbolos que expresan una interioridad desbordada de las estructuras del «yo» en más de un sentido, pero que, en tanto subjetividad, reta cualquier intento de comunicación con el otro.
Sus piezas pueden remitir de manera igualmente válida (para la lectura), hacia los mundos privados de los sueños y la narcolepsia, o hacia la esfera política con reflexiones sobre los efectos y las fisuras de la modernidad en el Caribe, especialmente los de las normas que rigen el comercio del turismo. Lo hace, Hugo, mediante la construcción de un orden dinámico constante que en ocasiones identifica al cuerpo con el territorio y que en otras asocia las políticas derivadas de un concepto tan bien valorado como la hospitalidad, con los márgenes y repliegues de sus derivas más oscuras en el deseo humano.
En efecto, como otra arista de ese espacio intermedio, este trabajo se mueve en o sobre las políticas del deseo. El deseo del otro en su doble arista: como “objeto” de consumo y como posibilidad de acogida. El deseo se transforma así, en ese “entre” radical en el que nos percibimos como un yo capaz de brindarle un lugar al otro. Pero esa inclusión puede darse como apropiación o como apertura, creando una tensión que le interesa especialmente a Hugo, porque la percibe, la entiende y la expresa como una condición que aun siendo subjetiva, es espacial. Este interés está conectado, además, con aquello que sucede con la lengua cuando se es extranjero, puesto que la necesidad de traducir ideas constantemente para poder comunicarse, requiere una permanente transacción entre lo que se es y lo que se tiene que llegar a ser pero radicalmente de cara al otro. Por ejemplo, Gastvrijheid, me cuenta este venezolano residente en el territorio holandés, oscila entre los conceptos de huésped y libertad. Desde allí Hugo intenta explorar —pensar y expresar—, lo que es o ha sido su relación con el otro y con lo otro en su condición de extranjero y los modos de la acogida que rigen la hospitalidad y su comercio, idea sobre la que insistimos por ser el hilo conductor de esta exposición.
A Hugo el Caribe colonial/moderno que lo convirtió en extranjero, le parece una metáfora en sí misma, sin que por ello deje de ser real. Los bordes líquidos que diluyen un territorio, islas que fragmentan la solidez del ideal nacional, se le presentan como analogías de nuestra propia condición de isla, en la que eventualmente recibimos al otro y transamos con él las condiciones de ese recibimiento. Aquí, en estas consideraciones de Hugo que van desde la subjetividad al territorio que se habita como si de una corriente de energía se tratara, no sé bien si sus ideas se entrecruzan o se funden, pero en todo caso, nos presentan estas y otras preguntas: si todos, como cada uno, somos esas islas del Caribe ¿quién acoge y quién es acogido? ¿Quién es el extranjero en el Caribe holandés que habla en tantas lenguas?
Como hombre en el exilio, Hugo puede anticipar y pensar la modernidad y sus modos de homogeneidad imposible, en la persistencia de la diversidad de ese Caribe indomesticable. Esta reflexión puede verse expresada, entre otras varias evocaciones, por el uso simbólico de la retícula cuyo origen remite a los espacios del higiene, pero que se asocian, aquí, además, a esos límites imposibles del rigor moderno sobre el Caribe múltiple y disperso en lenguas y culturas. Preguntarle a Hugo por los otros símbolos puede ser, más que revelador de su obra, una ocasión para construir múltiples lecturas. Al hacerlo yo, lo único que surgió fue una cantidad impresionante de relaciones, con lo cual la lectura de su cuerpo de obra se me asemejó a la de un hipertexto.
Las imágenes oníricas o narcóticas, las fachadas y las trastiendas asociadas metafóricamente con las mesas y los espacios domésticos. La materia prima que es una flor chorreada, el tránsito de cuerpos ensamblados y las sustancias del Caribe bordeado de mar y desbordante de regímenes normativos cuadriculados. De la homosexualidad al heteropatriarcado como verso y reverso de un mismo lugar: la masculinidad. Líquido que puede ser extracción seminal o materia prima de algún alucinógeno; bocas que son anos. Plantas que son falos, falos que son vegetales masticables pero no comestibles. Memorias aferradas a unas marcas comerciales adosadas a la representación del suvenir. Mundos paralelos del orden y las formas de la cortesía y las del deseo despojado de sus restricciones, como si la transparencia del mundo actual se cruzara con la persistencia de la separación entre la esfera pública y la privada. Asco y deseo; suciedad e higiene. Orden y desborde.
Nada es opuesto en un mundo construido para mostrarnos los límites imposibles del adentro y el afuera, en el mundo que quiere contarnos algo del tránsito territorial de la experiencia más íntima.-
El texto anterior forma parte de la exposición “Libertad del huésped” de Hugo Palmar, contó con la curaduría de Laura Castro y tuvo lugar durante el mes junio de 2022 en los espacios de puntWG en Amsterdam, Holanda. Gracias al soporte de AFK y Stichting Stokroos.
Fotografías cortesía de Ilya Rabinovich.