Por Ruth Auerbach
El paisaje como idea y el lenguaje que lo define como argumento narrativo han sido los ejes constantes que fundamentan la actual práctica visual de María Virginia Pineda; un proceso de formalización conceptual en el cual “el texto es la interacción con la obra de arte en ausencia de ésta”, así como también un ensayo de imaginación donde “la obra se convierte en texto y el texto se convierte luego en obra de arte, nuevamente”. (1)
La suya corresponde a una estrategia singular que, desde la serie Paisaje a máquina, se distinguió por la revisión y juicio de valor de documentos críticos, extraídos del material bibliográfico y descriptuvo, referido al género del paisaje. De aquí en adelante se asentarían las bases de una propuesta artística multidisciplinaria.
El primer conjunto de obras que originaron la serie Su majestad vegetal le atribuía un rango de magnificencia a aquellas especies botánicas menos enaltecidas históricamente, por su escaso valor comercial. Bajo esta premisa y utilizando los códigos estéticos de una heráldica imaginada, Pineda otorgaba especial relevancia a su escaso linaje, a partir de la representación impresa sobre refinados lienzos. En estos, ellas simbolizan variedades de significativa relevancia por ser capaces de proteger y favorecer el equilibrio y la necesaria estabilidad del ecosistema planetario.
Recientemente, en 2022, la exuberante naturaleza que rodea los Altos de Chavón en República Dominicana constituyó el entorno ideal para avanzar y desarrollar un heterogéneo cuerpo de obras a partir de la intensa conexión ecológica habida con el territorio, luego de vivenciar las dramáticas secuelas ocasionadas por el huracán Fiona. Como resultado de una minuciosa exploración naturalista, se configura su más reciente propuesta en un conjunto de pinturas, dibujos, gráficas y objetos cerámicos relacionados con la cultura originaria, en una experiencia contemplativa que se revela como materia estética.
Las obras que conforman la exposición Su majestad vegetal: 156Km/h representan un homenaje a las especies no endémicas de una geografía afectada por el fenómeno climatológico. A partir de la imagen y del ejercicio verbal, Pineda relaciona, desde la subjetividad especulativa, diversas estrategias de comunicación y transmisión de realidades concretas. Los delicados monotipos realizados en tela o en papel de algodón exponen, bajo una precisa disposición simétrica, la estampa impresa, grabada e intervenida de una amplia selección de hojas y semillas, recolectada e identificada previamente. En correspondencia con la huella-imagen de cada espécimen se trascriben testimonios de los cronistas hispanos que llegaron con Colón a las costas de La Española. Los textos – realizados en una tipografía integrada a la forma como trama visual- acompañan a la imagen mediante un contenido cuidadosamente seleccionado que nos entrega significativa información en relación a las propiedades e historias individuales.
La representación artística de las especies – Yemane, Algodón, Jagua, Yagumo, Turbinto, Guásima o Uvero de playa- elaborada mediante la confluencia de artes gráficas tradicionales y comerciales-, se complementa con diseños propios, alegóricos a los ornamentos de la cultura taína originaria, principalmente motivos geométricos y antropozoomórficos de la cerámica y los petroglifos prehispánicos; en otro formato, se revalorizan aquellas palabras taínas registradas por los historiadores e incorporadas actualmente al vocabulario cotidiano. Una actualización de referencias que también encuentra su reciprocidad simbólica en la captura de la huella de los troncos caídos y en las pintaderas ceremoniales, transmutadas en objetos cerámicos quemados con barro local.
Podemos agregar que la propuesta de María Virginia Pineda, mas allá de sensibilizar la relación estética que mantenemos con el medio ambiente natural, nos transmite inéditas herramientas de investigación artística en el ámbito socio cultural, desplegando su práctica como una entidad articulada entre la emoción y la razón.
Ruth Auerbach
(1)En entrevista realizada por Alfredo Padrón
MARÍA VIRGINIA PINEDA
Mérida, Venezuela, 1980 Vive y trabaja en Caracas.
Basada en los fundamentos del arte conceptual, Pineda reflexiona sobre el ejercicio verbal y su capacidad de configurar realidades, partiendo de la relación Palabra-Naturaleza. Es licenciada en Artes Plásticas, mención Pintura por la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE), Caracas; y técnico superior universitario en Minería por el Instituto Universitario Tecnológico de Ejido (IUTE), Mérida. Ha expuesto de manera individual Paisaje a máquina, en El Anexo Arte Contemporáneo (2018); Crítica cromática, en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (2013) y actualmente Su majestad vegetal: 156 Km/h, en Beatriz Gil Galería (2023). Desde el año 2010 ha participado en importantes salones de arte y exposiciones colectivas tanto en Venezuela como en el extranjero, entre las que destacan: Serendipia: Post Ready Made, en Espacio Monitor, Caracas (2023); Primer Premio de Arte Contemporáneo Luis Ángel Duque, auspiciado por la Revista Cultural Estilo, en Galería Freites, Caracas (2022); Salón de Arte Contemporáneo La Trayectoria Inédita, organizado por la Embajada de España en Venezuela, en Hacienda La Trinidad Parque Cultural, Caracas (2021); Configuraciones en tránsito, en Beatriz Gil Galería, Caracas (2021): Sin Frontera, en Mecánica Taller, Bogotá (2019); Tierra de Gracia: Naturaleza, paisaje, territorio, en Beatriz Gil Galería, Caracas (2019) Ejercicios de Contemporaneidad, en Sala Mendoza, Caracas (2018); Gráfica Mercantil, Pinta Miami, Miami, USA (2017); Velada Remix 2015, en Hamburgo, Alemania (2015), entre otras. Ha sido reconocida con el 2do Premio: Residencia artística en Chavón La Escuela de Diseño, República Dominicana, en el I Premio de Arte Contemporáneo Luis Ángel Duque, Caracas (2022); Mención de Honor en el Salón de Arte Contemporáneo “La Trayectoria Inédita”, Caracas (2021); Premio Bidimensional – Tridimensional en la I Bienal de Arte Emergente: El legado cinético, en el Museo de Arte Contemporáneo, Caracas (2013) y Mención de Honor en el XIII Salón Supercable de Jóvenes con FIA: Donde cabemos todos, en el Centro Cultural Corp Banca. Caracas (2010).
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Su Majestad Vegetal: 156 km/h es un cuerpo de trabajo que rinde homenaje a las especies de este reino que sufrieron los embates del huracán Fiona a su paso por Altos de Chavón, una localidad caribeña ubicada al sudeste de República Dominicana, en septiembre de 2022.
De un paisaje devastado por vientos cuya velocidad alcanzó esa máxima: 156 Km/h, tomé muestras de hojas, frutos y semillas, y en un acto de reverencia, dejé sus huellas sobre el lienzo y el barro, generando un diseño representativo (heráldico) de la especie tratada, vinculado con el imaginario visual de la etnia local: Los Taínos, acompañado de data relacionada proveniente de diversas fuentes.
Esta investigación artística nace de la inquietud por replantear nuestra relación con la naturaleza, retomando el pensamiento ancestral donde el ser humano vivía en constante interacción con ésta, en armoniosa integración, más no como un sujeto dominante y destructor.
Su Majestad Vegetal: 156 km/h
Curaduría: Ruth Auerbach Beatriz Gil Galería
Caracas, junio-septiembre 2023.
Nota: esta exposición es resultado de la residencia que la artista desarrolló en Chavón La Escuela de Diseño (R. Dom.), bajo el auspicio de la Colección C&fe y la coordinación de la Fundación