Apuntes de marzo.

Por Rodrigo Figueroa

 

 
(*) 
 

 

Ya que parece inminente una glaciación en Venezuela me permitiré el uso de varias imágenes que coincidieron en mi cotidianidad.

La primera, que suscitó múltiples comentarios, muestra a una persona vestida de esquiador que nunca había estado en la nieve, tratando de concluir una carrera de alto rendimiento, en el transcurso cae y trata de mantener el equilibrio. Casi sin poder sostenerse, cruza la meta sonriendo, con animo heroico y espíritu triunfador.

La segunda, la hallé en una exposición que albergaba tres pinturas que tenían como motivo algunas vistas de Caracas (el Congreso, el Panteón y la Torre Polar) con prominente nieve. La serie se llama “Sueños” y para el artista (Néstor García), los motivos de sus pinturas son solo un señuelo. En toda la exposición la pintura pareciera perder la autonomía ganada en el siglo XX para estar al servicio de una narrativa ilustrativa o a los accidentes del soporte, con una beligerante dependencia con la fotografía de la que es subsidiaria. Como anécdota técnica, estas pinturas dejan ver un fondo color rojo terracota, que cuando consulté a su realizador me dijo que la escogencia de ese pigmento permitía una mejor definición de los colores y de la atmósfera que esperaba encontrar.

La tercera proviene de un ensayo de Jean Baudrillard [1] escrito a principio de los noventa en el que vaticina con cierto tono fatalista un cambio climático en la política internacional que alteraría el equilibrio del ecosistema mundial. Describe como la Unión Soviética empezaría a descongelar las restricciones que limitaban la libertad en ese país, para abrirse a la liquidez desbordada que impera en el hemisferio occidental, que en su óptica se ha convertido en un  “vertedero de libertad”, plagado de excesos y descompensado moralmente. En este encuentro de hemisferios, se daría un cambio estructural del tiempo histórico que afectaría a la humanidad entera. (Premonitorio para el elocuente deshielo en Maidán del invierno de 2014, donde se pugnaba por la afiliación de Ucrania a Oriente u occidente)

Aunque Baudrillard previsualizó deshielos de libertades en los países comunistas al final del siglo XX, en Venezuela pareciera estar en marcha un enfriamiento similar al ocurrido en la Rusia estalinista que viene junto a la imposición de un solo marco referencial para los que hacen vida en el país, un solo color rojo que pretende ocupar todos los espacios posibles. Su propagación pareciera ser el fondo que subyace en el plano donde se articulan las ideas, reduciendo los espacios de pensamientos a lo más elemental: comer y dormir para olvidar. La primera es cada vez más difícil, la segunda es estrategia inducida o voluntaria para atenuar a la primera. Poco a poco han logrado sitiar más espacios, buscando inhabilitar la capacidad individual para presentar ideas autónomas, solo imperando la voz del que pueda administrar mejor la violencia por osadía o influencia.

El adormecimiento del discernimiento es sistémico y se sostiene en dos factores determinantes que propician esta glaciación: 1) la disposición inagotable para el perdón, que se hace doctrina tácita del relacionamiento social e institucional, corroborada en las designaciones de los cargos de más alto nivel en el país (judiciales y administrativos). 2) la incapacidad congénita de manifestar y hacer patente el “no” que pone en riesgo el velo relacional que mantiene la empatía funcional que en Venezuela es accesorio superficial para los acuerdos.

Sin duda lo que mueve al esquiador es su atrevimiento. No pareciera tener respeto por las disciplinas  y las áreas de conocimiento que las mantienen. Concluye la carrera como héroe, que tomando méritos en su extranjería exótica, ha logrado confrontar con éxito las codificaciones y convenciones de los países desarrollados. Se presenta a la opinión pública como un provocador, un marginado con credenciales para irrumpir y cuestionar a la tradición.

Este esquiador no hubiera llegado a esa instancia sin la ayuda de una persona que conociera el circuito y pudiera darle respaldo. No hubiera podido presentarse sin el apoyo de personas vinculadas a los códigos y la naturaleza del entorno que gira alrededor de este deporte. Este agente con su marca busca capitalizar como negocio los márgenes, lo exótico y el escándalo. Por su parte, el atrevido esquiador puede sentirse amparado en la diversificación de espacios impulsada por la globalización que despenaliza cualquier signo de exclusión, dándole rigor no solo al pensamiento crítico sino a la otredad, que es marginal por su incapacidad. Esta paradoja es puente de bases firmes para muchos que esperan irrumpir a la pista y para inversores astutos, porque el escándalo vende. 

Es de esperar que semejante acto suscite innumerables interrogantes, que en algunos casos busca asidero en respuestas contingentes con chistes gráficos o insultos atroces. Y hay que aclarar que estas interrogantes se abren por lo injustificado y desconcertante de su presencia, avalada además por la permisividad de las autoridades o agentes responsables, entre los que se incluye: el estado, sus gobernantes y el silencio ciudadano. 

La garantía del gobierno que administra beneficios a quienes han manifestado fidelidad solo genera una tóxica complicidad que dejará sin verbo y acción política al país. El gesto político fundamental parte del espacio que se despliega con el “No” que en su potencia enunciativa define los aspectos determinantes de la práctica de la libertad. Dicha “potencia negativa” despliega nuevas fuerzas para la pugna y la posibilidad velada, esa que incomoda al monopolio de la violencia y el criterio único conveniente al que ejerce la fuerza. Zafarse de las trampas del estatus de perdón sostenido; y del rigor que subyuga hasta la asfixia cualquier exhalación autónoma pasará por una vehemente displicencia por más agria que parezca.

Barrera Tyszka [2], no se equivoca al decir que ese esquiador puede ser suplantado por Maduro y viceversa, sin que esto haga diferente a la imagen. La permisividad (que no excluye la mía), ha hecho que un gobierno como el actual permita el atrevimiento de tantos esquiadores. Cediéndoles espacios para esquiar, amortiguándoles sus estrepitosas caídas, dejándolos ilesos de ellas. Como sus privilegios tampoco se arriesgan, seguirán viendo favorable el clima nevado y nuestro congelamiento. Lo lamentable es que ese hielo, como ya anticipa Baudrillard, está hecho de la libertad ciudadana. 

Por su parte, el gobierno usa como excusa  la discursividad patriota y los valores nacionales [monetario (bolívar) y moral (Bolívar)] como su antifaz. El esquiador apela al nacionalismo para recargar su entusiasmo y blindar su rostro. Es de valer que la superficie que les cubre el rostro, a veces con tonalidades patriotas o de tonalidades periféricas, no son un simple señuelo o una decoración fortuita; es la máscara para consumar el engaño.

Baudrillard en su invariable tono fatalista, con los deshielos y nuevas glaciaciones solo ve la propagación de virus y enfermedades que atacarán sistemas humanos e informáticos en un contexto donde las tensiones descritas por los ejercicios de poder llevan a un abismo donde el fin de la historia será la consecuencia del choque entre el ahogo represivo y la permisividad libertina. Ambas, en su concepto, deplorables. 

Al cierre del mes de marzo, los hechos ratifican que el pulso ya oscilante en la muy joven historia republicana de Venezuela, donde se ha aspirado al gobierno de la civilidad, se afianza en favor de la violencia y sus administradores. Ciertamente es el congelamiento de la voluntad civil lo que se padece y asciende algo que pudiera ser lo más próximo al estadio de la barbarie. Es la pérdida del alfabeto y la comunicación del pensamiento. Se ha hecho que vida y muerte sucedan y no haya conciencia de ella. Signo de la crisis es que la economía cotidiana pasa por la especulación con las necesidades más primarias, desde el alimento hasta la exposición “viralizante” de los excesos de la vida privada de personas de fama ganada en la espectacularidad televisiva. Como la fidelidad de intereses es la credencial para regir la gerencia de las instancias públicas que legislan, no es la pericia la norma. Las riquezas seguirán siendo exprimidas y los gestores seguirán propagándose al paso de la explotación.

 

Mientras tanto

Se sostienen los paisajes insólitos 

Los insumos para avivar el libre pensamiento parecen cada vez más distante e inaccesibles

Los esquiadores siguen especulando y cotizando valores entre inversores

Ante la amenaza del frío subyugante es conveniente preservar la calidez del pensamiento 

 

Marzo 2017

Rodrigo Figueroa

 


[1]  Baudrillard, Jean. “Descongelación del Este y fin de la historia” (1989); incluido en la recopilación de textos “Pantalla total”. Anagrama, 2000

[2] Barrera Tyszka, Alberto Esquiando en Miraflores. Prodavinci. 26-02-2017 http://prodavinci.com/blogs/esquiando-en-miraflores-por-alberto-barrera-tyszka/

 

(*) información de la imagen: 

De la serie “Sueños” que se mostró en la exposición individual de Nestor García titulada “Pinturas impresentables” en El Anexo Arte contemporáneo entre los meses febrero y marzo de 2017. 
 
 
 

 

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