Por Ángela Bonadies
El mar devuelve tus restos; el mar te mece, te arrulla y te trae a la memoria de Chile.
Mariana Zegers Izquierdo
La memoria se teje y se arma con materiales que cruzan en un sentido y otro. La memoria se desplaza sobre rieles sostenidos por durmientes como una máquina cinemática que enlaza espacio y tiempo. Esos durmientes o traviesas que, en su perversión dictatorial, hundieron el cuerpo de Marta Ugarte, desaparecida y asesinada durante y por el régimen de Pinochet. Ese cuerpo que sentó un precedente y permitió iniciar una denuncia, que llegó a la orilla al zafarse del peso que la hundía y dejó ver la abyección del dictador y sus cómplices. “El único cuerpo que salió a flote de una cantidad de cuerpos de los que nunca más se supo” -señala Paula.
Esta es una primera imagen para acercarnos al trabajo de Paula Lavanderos, que une territorios y vivencias a través de objetos que se desplazan en una maleta y en su imaginario: el de quien, por un lado, encarna el privilegio o la condena del caracol de “llevar la casa a cuestas”, y por el otro, convoca el atributo egipcio del Ka y su fuerza vital para moldear y tejer objetos en un movimiento circular y marino. Llenos de huellas, esos objetos evocan las manos y los recuerdos de la artista, convirtiéndolos en piezas a la vez terrenales y materiales, espirituales y memoriosas. El cuerpo, como primera morada, trabaja, une, cruza, construye, opera sobre los materiales acumulados en diferentes geografías, cargados de recuerdos, y así, lo que vemos es el despliegue de una arquitectura doméstica que se mueve entre lo funcional y lo estético: la belleza de lo cotidiano transformado.
La exposición de Paula es una biografía esculpida, tejida, escrita y performática. Lo material y lo etéreo integran sus piezas y responden a nombres propios, a topónimos, a ingredientes ligados a una tierra -real y ficcional- que reivindica lo que designa. Se dice que las cosas existen en la medida en que las nombramos. Por eso, la obra en esta muestra que remite a Marta Ugarte vuelve a sacarla, como un grito ahogado, del fondo de la memoria y la arrastra de nuevo a la orilla, como lo hacen los poemas de Mariana Zegers que la inspiraron: gestos y objetos que reivindican una tradición de resistencia, una toma de posición de quien sabe que el pecio fue una nave -y no hay que olvidar aquel naufragio.
La historia de Paula Lavanderos se escenifica en esta exposición a través de trozos de los países en los que ha vivido -Chile, República Dominicana, Venezuela, España-, de los territorios que ha atravesado-desatándose del monstruo totalitario-, de los envases que desarma, arma e insiste en transformar, de los recuerdos, técnicas y materiales reciclados que construyen un mapa heterotópico que celebra lo diverso.
El Ka viene conmigo
Paula Lavanderos
Del 16 al 27 de mayo de 2022
El Muro, Galpón G
Padre de las Casas 2469, Independencia
Santiago de Chile.
Las palabras y las cosas son rizomas plantados en su cuerpo, son la genealogía, la identidad móvil de la casa con “Ka”: esculturas blandas con telas que filtran el sol, libros con manos que saludan la luz, tejeduras de cuero texturizado con piezas de gres pintadas con engobe rosa, gres de cocción de altas temperaturas, estampados con timbres de goma y caucho, arcilla negra, bruñido indígena, Pomaire y los alfareros, barro rojo, patrones y dibujos que trazan durmientes de tren, tejidos vegetales con letras y algas cochayuyo, amarras sueltas como durmientes, playa Los Molles, piezas que se mueven y parece que flotan como un cuerpo jaspeado, manchado de ondas y vetas, gredas que son arcillas arenosas y dejan ver tridacnas pacíficas donde “el mar te mece, te arrulla y te trae a la memoria de Chile.”