Entrevista a Paula Lavanderos sobre su exposición “La Residencia” en Madrid

Por Ángela Bonadies

En el año 2023, la artista Paula Lavanderos y su madre se reunieron en la casa que funciona como residencia para artistas de Teresa Margolles en Usera, un barrio periférico de Madrid. Tiempo después, a finales de año, se presentó la oportunidad de que Paula hiciera una muestra en un espacio expositivo de Teresa y allí reunió varias piezas ya terminadas y trabajó en otras nuevas, estas últimas inspiradas en la casa de residencia, de la que habló con un entusiasmo que contagiaba a los visitantes y nos llenaba de preguntas.

Aquí presentamos el relato de cómo, cuándo y dónde fue la exposición, de la manera en que se construyó y de los materiales, las ideas y los métodos que la sustentan.

Ángela Bonadies: Cuéntame el hilo conductor de la muestra y cómo te invitaron a la residencia

Paula Lavanderos: Un domingo por la tarde, en una conversación entre mi madre, Teresa Margolles y yo, surge la idea de una visita a la casa de residencias para artistas que tiene Teresa en Usera, un barrio de Madrid, para darle a conocer a mi madre este lugar y su historia particular, que me atrajo desde el primer minuto. De allí en adelante, la tarde nos envolvió en historias vivenciales y Teresa sugirió que hiciera una residencia en su espacio expositivo, también en Usera. Christian y yo vivimos hace más de 6 años aquí en Madrid. Esta exposición es la primera que hago en esta ciudad y en España.
La casa de residencia en Usera tiene una particularidad y es que pertenece a una tipología de casas antiguas, de principios de siglo XX, que ya casi no quedan. Han sido demolidas. Usera es el distrito con mayor índice de habitantes asiáticos de la ciudad, también viven muchos latinoamericanos. Es un barrio que tiene una riquísima diversidad cultural y muestra en su fisionomía una serie de cambios radicales a partir de 1920, cuando cambió el uso de la tierra, por factores económicos, de cultivo a terrenos urbanizables. Más adelante, en los años 60, recibió un gran número de inmigrantes que venían de otras partes del territorio nacional, desarrollando su tejido comercial. Para los años 80 se convirtió en un lugar inseguro y totalmente poblado.

El sector se transformó en un cúmulo de edificios racionalistas tipo bloque, en su mayoría de ladrillos rojos. Anteriormente, estaba lleno de casas de una planta, con patio delante y atrás, techos de teja y árboles en su fachada principal, que daban un carácter de privacidad a quienes vivían allí y les brindaban una protección climática. En esta casa, la residencia para artistas de Teresa, extrañamente existe un ciprés que es actualmente el único árbol en la cuadra. Ahora solo quedan aceras estrechas para caminar. En Europa, el ciprés tiene varios papeles y uno es el de ser guía en lugares rurales con casas solariegas. Es decir, hacía de aviso simbólico a los viajeros, notificaba que allí se prestaba algún servicio de refugio y amparo. Este árbol es de hoja perenne y es siempre verde

La historia reciente de esta casa tiene que ver con Juana y sus primas, familia que vivió ahí y que tenía dos solares que estaban adosados que hacían espejo: siendo así dos casas con dos patios cada una. Juana, una de las dueñas de la casa que hoy es de Teresa, fue una persona que llegó a ser próxima a ella: se conocieron en la puerta de la vivienda, donde Juana se sentaba a fumar, a veces sin cigarrillos, y le pedía a Rafa, el compañero de Teresa, uno para ella, para fumar juntos. Así fue como, de vez en vez, se sentaban a fumar y se conocieron. Juana había sido la secretaria de LOEWE por mucho tiempo y ya estaba jubilada. Era una persona mayor, sola, una mujer muy sofisticada y avanzada para su tiempo: conducía su propio coche y tenía una vida de ejecutiva. Nunca se casó. En algún momento sus primas vendieron la otra mitad del terreno para construir un edificio de unas cuatro plantas y la casa quedó allí, entre dos edificios. Este lugar ha sido cubierto de baldosas de tipo granadino, con mucho color verde, zócalos que decoran la casa desde sus patios hacia dentro. Maravillosas baldosas hidráulicas en sus pisos interiores. En el exterior posee una colección de pájaros de cemento que son a escala real, ubicados en las balaustradas de hormigón sobre el techo y en el patio trasero.
Todos estos motivos, tanto arquitectónicos como emotivos, me animaron y me inspiraron para hacer la obra en residencia, como un bestiario y una maqueta que permitiera sobrevolar la casa.

AB ¿Qué piezas muestras en la exposición?

PL Las piezas son textiles y cerámicas. El hilo que las une es que son arquitecturas vistas desde el cielo, como si un pájaro volara arriba en lo alto.
Algunas son piezas textiles hechas en años anteriores, que consisten en telas bordadas, tipo quilting o tapetes, que tienen edificaciones vistas desde arriba.
La primera, “La Plaza”, es una pieza cuadrada de tonos tierra y negros con blanco que muestra una plaza vista desde arriba. Esta pieza la hice en la época del covid, está cosida a mano y me llevó unos seis meses terminarla debido a su trabajo de bordado, al estampado y al teñido con pigmentos naturales como el té negro.
La segunda tela, “A vuelo de Pájaro”, es de color celeste y marrón, es una recomposición, pues sus partes pertenecieron a una alfombra de piel de vaca y un estor antiguo que me regalaron: con estas dos piezas hice una sola obra que muestra la selva de América, una vista cenital de un Shabono Yanomami.

La tercera obra textil es “Banderín de Alfareros del Mundo”, de color rojo y amarillo, que colocaba todos los días fuera, en la ventana de la sala, invitando a los curiosos a pasar a ver. Esta tela de origen Panameño, de las molas indígenas, está intervenida a modo de tapete acolchado y tiene un asta para colgarse y que se vean las dos caras: la cara “a” es una tela roja con amarillo que tiene motivos de alfarería, la cara “b” tiene dos telas verticales que he marmoleado con óleo y representa el globo terráqueo. Es una pieza que me representa y que invita a otros a pertenecer a un sentimiento común que podría ser la relación con la cerámica y los textiles.
Por otro lado, están las cerámicas. Las primeras piezas que encontramos en la exposición son dos conchas del sur de España, hechas fuera de la residencia, en gres vidriado.

La segunda pieza es una obra que vengo haciendo desde hace tiempo: con diferentes tipos de arcilla de distintas regiones de España, hago manos que representan la diversidad y traen consigo un mensaje de unión. Antiguamente, los egipcios usaban el símbolo de los abrazos de Ka para los tiempos de trashumancia, los representaban como figuras gigantes monolíticas que avisaban a los forasteros que ahí eran bienvenidos. Son abrazos celestiales, que vienen desde el cielo a la tierra. Quise traerlos porque también son vistas cenitales de amor.
El tercer grupo de piezas cerámicas son “Los pájaros de casa Juana”, tres piezas de aves que he modelado, inspirada en la colección de pájaros de cemento de la casa de Residencia. Hay un aguilucho a mi estilo que tiene una parada un poco humanizada, está correteando a las palomas que están puestas en las esquinas adyacentes de la sala. Estas tres piezas aun las estoy trabajando a detalle, no están horneadas, estarán listas para el horno al finalizar la residencia. Las palomas tienen más menos el tamaño de la escala real de las aves y el águila es una reducción del original. Están modeladas en arcilla blanca, para que se vean como las originales de hormigón.

La cuarta pieza es la casa de residencia, “Casa Juana”. Esta pieza la he realizado a lo largo de un mes. La historia es que no está modelada, como los pájaros, sino que está esculpida en una pastilla de 12 kilos de barro rojo chamotado. Fui devastando la masa, sacándole los volúmenes y la he dividido en tres partes que la componen. Fue bizcochada y luego la he continuado trabajando a detalle en la sala expositiva. Al terminar la expo irá nuevamente al horno para realzar y sellar los detalles pictóricos que tiene.
La quinta pieza es una tejedura amarilla de gres que coloqué en la expo frente a la casa y está colgada a la pared. Esta pequeña pieza la presenté en una exposición que hice en Chile el año 2022, “El Ka viene conmigo”, en el taller de Josefina Guilisasti, quien me invitó a mostrar por primera vez mi obra en ese país, donde nací. Allí hice tejeduras y escrituras de un fragmento de poema de Mariana Zegers I., con algas marinas (cochayuyo) en la pared, cerámica, cuero, telas y libros de materiales reciclados hechos por mí.

Volviendo a la tejedura de gres amarilla, esta pieza está inacabada. Me gusta mucho esta obrita, pequeña, porque me parece que muestra mi pensamiento en cuanto a mi relación con las técnicas y los materiales, cómo paso de un lenguaje a otro sin importar el material.
Por último encontramos, en una esquina de la sala de atrás, la segunda paloma, que está instalada más abajo que los otros dos pájaros, como anidando en la sala. Todos los pájaros están colocados sobre pilares que he construido con bloques de hormigón, al igual que la casa, que reposa sobre una estructura gris de bloques y madera pintada. Esto le otorga a mi forma de ver una calidad de lugar, de construcción arquitectónica, a través de materiales y piezas que salen de un entorno urbano y se resignifican allí, en la sala.

La Residencia

Paula Lavanderos

8 al 22 de enero de 2024

Sala de Exposiciones de USERA / Madrid

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